Según el portavoz del Ministerio de Defensa uzbeko, la aeronave perteneciente a la Fuerza Aérea afgana fue derribada la noche del domingo por la defensa antiaérea uzbeka en una zona fronteriza entre Uzbekistán y Afganistán.
“El 15 de agosto las fuerzas de defensa antiaérea de la Fuerza Aérea de Uzbekistán previnieron un intento de violación del espacio aéreo del país por un avión militar afgano en el distrito de Sherabad de la región de Surján-Dariá”, afirmó el portavoz quien señaló que los pilotos del avión recibieron lesiones de gravedad y fueron hospitalizados.
De momento se desconoce el estado de las otras personas que potencialmente se encontraban a bordo de la aeronave.
BIG BREAKING🚨: Medics treat Afghan soldiers who were injured in a military jet crash in Uzbekistan after Uzbekistan denied entry to Afghan pilots seeking refuge!#Afghanistan #Taliban #Kabul #Uzbekistan pic.twitter.com/20uODAAK8H
— 𝕶𝖗𝖎𝖘𝖍𝖓𝖆🍥🇮🇳 | shadowbanned for life🤘🏼 (@krishnajindal07) August 16, 2021
Todo eso ocurre mientras los afganos, aterrorizados por la llegada al poder de los talibanes, intentan huir del país, en un momento en que los países occidentales ultiman la evacuación de su personal en Afganistán. En paralelo, varios civiles han tratado de saltar los muros para acceder al recinto aeroportuario.
Mientras tanto, al menos cinco personas han muerto en el aeropuerto tras disparos de advertencia de fuerzas estadounidenses.
El grupo armado Talibán entró el domingo en Kabul e irrumpió en el palacio presidencial, en medio de la total inacción de las tropas estadounidenses y sin resistencia alguna por parte de las fuerzas gubernamentales.
El avance rápido de los insurgentes talibanes por todo el territorio afgano ha tenido lugar poco después de que las fuerzas de Estados Unidos y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) empezaron la fase final de su salida del país centroasiático, una decisión por la que Washington ha sido objeto de críticas de quienes denuncian su irresponsabilidad en cuanto al país que invadió hace 20 años bajo el pretexto de luchar contra el terrorismo y entrenar y equipar a las fuerzas de seguridad afganas.
Tras la llegada de los talibanes a Kabul, la capital afgana, el exmandatario de Afganistán, Ashraf Qani, renunció a su cargo y se marchó del país, asegurando que su decisión iba destinada a “evitar un derramamiento de sangre”.
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