• Incendio causado por un ataque con dron en Engels, Óblast de Sarátov, Rusia, durante la noche del 14 de enero de 2025.
Publicada: jueves, 16 de octubre de 2025 16:43

Moscú responsabiliza a los servicios secretos del Reino Unido por los recientes ataques contra infraestructuras rusas, incluyendo refinerías y gasoductos estratégicos.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha vinculado directamente este jueves a los servicios de inteligencia británicos con los últimos ataques ucranianos sobre infraestructuras energéticas rusas. El incidente más reciente afectó una refinería de petróleo en Sarátov, ciudad ubicada a orillas del Volga.

Peskov ha declarado a la agencia rusa de noticias Izvestia que es “obvia” la participación de los servicios de inteligencia británicos en dichos ataques.

El alto funcionario ruso también ha señalado que Ucrania habría contado con apoyo adicional de otras agencias de inteligencia occidentales para ejecutar estas operaciones en territorio ruso.

“El régimen de Kiev continúa intentando cometer atentados terroristas contra infraestructuras energéticas críticas (…) la complejidad de estos intentos indica que los propios ucranianos no podrían haberlos llevado a cabo por sí solos”, ha afirmado Peskov.

 

La refinería de petróleo de Sarátov, una de las más antiguas de Rusia y parte del grupo estatal Rosneft, resultó alcanzada por un ataque de drones ucranianos durante la madrugada de este jueves, según confirmó la Fuerza de Operaciones Especiales de Ucrania (SSO).

El bombardeo tuvo lugar en medio de una ofensiva de Kiev contra infraestructuras energéticas rusas, que busca limitar los recursos petroleros del país.

Rusia ha denunciado que países occidentales, en particular Estados Unidos y algunos miembros de la OTAN, están proporcionando a Ucrania asistencia de inteligencia y apoyo militar avanzado, incluyendo sistemas de comunicación, seguimiento de objetivos y datos de operaciones, con el fin de aumentar la capacidad de Kiev para atacar objetivos dentro del territorio ruso y regiones ocupadas.

Moscú califica estas acciones como una intromisión directa en el conflicto y una escalada peligrosa, argumentando que no solo prolongan la guerra, sino que ponen en riesgo la seguridad de civiles y de las fronteras rusas. Esta denuncia se centra en que la entrega de información de inteligencia a un país en conflicto representa, según Rusia, un acto hostil que contraviene las normas internacionales y contribuye a la intensificación de enfrentamientos armados.

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