Por: Sdenka Saavedra Alfaro
No es la primera vez que Estados Unidos, vincule el concepto de Narcotráfico con Terrorismo, una estrategia, para justificar su intervención en América Latina y en países de Oriente (Asía Occidental), como lo está haciendo en estos momentos en la República Bolivariana de Venezuela, Colombia, México y otros países de la región.
Ya lo hizo en Panamá en 1989, en su invasión militar, operación “Causa Justa”, cuyo objetivo fue derrocar a Manuel Noriega, presidente en ese entonces del país, acusándolo de narcotráfico, para reinstalar a un gobierno obsecuente a su servicio. Incursión que dejó un saldo de más de 3000 asesinados, dolor y angustia y la desaparición del ejército en el país centroamericano, una acción que fue ordenada por George H.W. Busch como lo señala el sociólogo Guillermo Castro Herrera.
El 7 de agosto de esta gestión, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aumentó la recompensa a 50 millones de dólares por la captura del mandatario venezolano Nicolás Maduro, acusando vínculos por narcotráfico y vinculándolo con el terrorismo; sin lugar a dudas ello demuestra un nuevo escenario de tensión y presión sobre Venezuela, un pretexto para su intervención militar, una amenaza para toda la región.
Comprobado ello con el despliegue en el Mar Caribe, de buques de guerra, como el “USS Gerald R. Ford”, el más grande y poderoso del mundo, según Juan Francisco Alonso, de la BBC, además que está acompañado por destructores, buques anfibios y submarinos, sumando un total de trece unidades navales y aproximadamente 15 000 soldados estadounidenses, constituyéndose en la mayor concentración naval de Estados Unidos en la región desde hace décadas.
Sin lugar a dudas, que la estrategia de usar el combate al narcotráfico como pretexto, marca un punto de inflexión para intensificar la militarización en el Caribe con la “Operación Lanza Sur”, dirigida por el Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Pete Hegseth, contra Venezuela, quién según Washington Post dio la orden de “matar a todos” a bordo de las narcolanchas en el mar Caribe y el océano Pacífico, dejando decenas de muertos; un plan para consolidar la hegemonía estadounidense en la región.
Para muchos historiadores y analistas, el verdadero objetivo geopolítico; es decir el verdadero propósito de la táctica estadounidense es reconfigurar el “mapa geopolítico latinoamericano” y controlar recursos estratégicos, en particular el petróleo venezolano, recordando así que detrás de la disputa territorial entre Guyana y Venezuela por el Esequibo, se esconden los intereses de la petrolera estadounidense “Exxon Mobil”, que busca tomar el control directo de los pozos petroleros venezolanos.
Hoy, Donald Trump responde a los neoconservadores del Complejo Militar Industrial (CMI), que está ligado al Lobby proisraelí en EEUU, como lo manifiesta Atilio Borón, los que apoyan una intervención militar contra Venezuela; pues priman los intereses económicos, según el ex agente del servicio de espionaje de EE.UU. (CIA), Phil Giraldi, los neoconservadores tienen creencias inquebrantables: “La primera es su insistencia en que Estados Unidos tiene el derecho o incluso la responsabilidad de utilizar su poder militar y económico para remodelar el mundo en términos de sus propios intereses y valores…”.
Las ansias de poder de las potencias imperiales, el querer controlarlo todo, nos recuerda también a su vieja política de estado; pues desde la Doctrina Monroe (1823), Estados Unidos ha tratado a toda América Latina y el Caribe como su “patio trasero”, interviniendo en al menos treinta de los treinta y tres países de América Latina y el Caribe (es decir, el 90 % de los países), de acuerdo al historiador Vijay Prashad, desde el ataque estadounidense a las islas Malvinas argentinas (1831-1832) y hoy, se repite el mismo discurso con las actuales amenazas contra Venezuela.
No cabe duda, que hoy impera la necesidad de preservar al planeta como una zona de paz, y en este caso en particular a una América Latina sin injerencias internacionales; ya que desde la visión multipolar, la resistencia de las naciones independientes de la Patria Grande y otros lugares que se mantienen en resistencia, como el caso de Palestina por ejemplo, están llevando a la transformación de un nuevo orden mundial y el declive de los imperios, en el que Estados Unidos ya no ocupa la cúspide de la jerarquía de poder mundial.
*Sdenka Saavedra Alfaro es escritora, corresponsal internacional de HispanTV
