Publicada: martes, 11 de noviembre de 2025 19:24

La presa Shah Abás es una estructura del siglo XIV perteneciente al periodo ilkánida, que presenta un sofisticado arco apuntado en su base, diseñado para permitir el paso regular de las crecidas mientras almacena el exceso de agua, todo ello sin atrapar sedimentos.

Por Ivan Kesic

Forma parte del renacimiento hidráulico ilkánida que dio origen a las primeras presas de arco verdaderas del mundo, entre ellas la monumental presa de Kurit, de 56 metros de altura, mucho más avanzada que las estructuras romanas anteriores.

Las presas iraníes del siglo XIV representan un hito mundial en la ingeniería, ya que fueron las primeras en aprovechar plenamente el principio del arco para lograr estabilidad, anticipándose en al menos dos siglos a las presas de arco europeas comparables.

Ubicada en el pintoresco cañón de Morteza Ali, cerca de Tabas, en la provincia oriental iraní de Jorasán del Sur, la presa Shah Abás se alza como un testimonio silencioso pero perdurable del genio hidráulico del Irán medieval.

Esta presa de arco de mampostería, construida en el siglo XIV durante el periodo ilkánida, se extiende sobre el río Sardar, un afluente del río Namaki, y alcanza una altura de veinte metros.

Su nombre está ligado a la era safávida, ya que fue significativamente restaurada durante el reinado de Shah Abás I o Shah Abás II, lo que explica su perdurable asociación con el célebre monarca safávida.

La presa es una estructura compuesta, construida con gran destreza a base de ladrillo, piedra y mortero, y su rasgo arquitectónico más distintivo es el arco apuntado en la base, un diseño de notable sofisticación.

El principio fundamental del arco Shah Abási era la gestión inteligente del flujo del agua: las crecidas regulares, de frecuencia decenal, pasaban libremente bajo el arco, mientras que las más grandes y violentas quedaban parcialmente contenidas detrás del cuerpo de la presa, protegiendo así a la ciudad de Tabas de inundaciones catastróficas durante siglos.

La brillantez estratégica de su construcción se evidencia además en la cuidadosa elección del emplazamiento, seleccionada para garantizar que no se acumularan sedimentos detrás de la presa, evitando la colmatación y preservando su funcionalidad indefinidamente.

La ejecución arquitectónica es extraordinaria: la sección inferior del arco, la parte más antigua de la estructura, fue tallada directamente en las paredes rocosas del cañón a ambos lados del río.

Los ladrillos utilizados en este arco se dispusieron de manera radial, extendiéndose profundamente en el cuerpo de la montaña para crear una estructura integrada y sumamente resistente, mientras que la parte superior de la presa fue terminada con mampostería de piedra irregular.

Este diseño ingenioso y duradero, junto con su eficaz capacidad para reducir inundaciones, demuestra que la presa Shah Abás fue concebida para funcionar durante siglos sin necesidad de reparación ni mantenimiento, afirmación respaldada por su existencia hasta hoy.

Añadiendo un toque de historia enigmática al lugar, en una piedra junto a la presa se encuentran talladas varias cabras, insinuando aspectos de la vida cotidiana de sus constructores o de quienes habitaron la zona tiempo después.

Presa Shah Abás (20 m)

El renacimiento hidráulico ilkánida y el legado en la construcción de presas

La ambición hidrológica de la dinastía ilkánida impulsó lo que puede describirse como un auténtico renacimiento de la irrigación en todo el altiplano iraní, siendo la presa Shah Abás uno de los ejemplos más destacados entre varias estructuras pioneras.

Este periodo de reconstrucción e innovación surgió tras la devastadora invasión mongola de comienzos del siglo XIII, que había despoblado vastas zonas y dejado en ruinas los antiguos sistemas de irrigación.

Los ilkánidas, ya asimilados a la cultura persa, emprendieron grandes esfuerzos para reparar los vitales qanats y canales, además de iniciar la construcción de nuevas presas que se convirtieron en auténticas maravillas de la ingeniería de su tiempo.

Más allá de la presa Shah Abás, en Jorasán del Sur, otro logro monumental de esta época fue la presa de arco de Kurit, también ubicada cerca de Tabas, que alcanzó la impresionante altura de 56 metros.

Más al oeste, cerca de la ciudad de Qom, los ilkánidas construyeron la presa de arco de Kobar, una estructura de 26 metros de altura y una longitud en la cresta de 55 metros —incluyendo los muros laterales—, con un espesor que varía entre seis y nueve metros.

Esta presa es reconocida como el ejemplo más antiguo que aún se conserva de su tipo, y su existencia antecede en varios siglos a modelos similares en Occidente.

El programa constructivo de los ilkánidas no se limitó únicamente a las presas de arco; también erigieron grandes presas de gravedad, como la presa de Saveh y la de Shesh Taraz, cerca de Kashmar, en la región de Jorasán, lo que demuestra un enfoque integral y sumamente avanzado hacia la gestión del agua y el desarrollo agrícola en todo su territorio.

Presa de Kurit (56 m), vista desde la Nueva Presa de Kurit

Pioneros del arco: la importancia global de la ingeniería iraní

La relevancia mundial de estas presas ilkánidas, incluida la presa Shah Abás, radica en su ingeniería revolucionaria, que las consagra como las primeras presas de arco verdaderas del mundo, anteriores en varios siglos a las estructuras europeas comparables.

Si bien las presas de arco se construyeron desde la antigüedad —en especial por los romanos, grandes maestros de las estructuras abovedadas—, sus diseños resultaban relativamente primitivos en comparación.

Las presas romanas de arco, como las de Vallon de Baume, Esparragalejo y Derb, eran principalmente del tipo arco-gravedad o de contrafuerte; presentaban plantas circulares o poligonales y dependían tanto de la acción del arco como de su propio peso masivo para mantener la estabilidad. El resultado eran estructuras más gruesas, bajas (de hasta 12 metros) y menos eficientes.

Las presas iraníes del periodo ilkánida del siglo XIV, en cambio, representaron un salto cualitativo extraordinario.

Eran notables presas de mampostería del tipo arco-gravedad, construidas específicamente para el riego y el abastecimiento de agua, que alcanzaron alturas sin precedentes y adoptaron una forma de arco más refinada y esbelta, aprovechando de manera mucho más eficaz la resistencia inherente del principio del arco frente al empuje del agua.

En Europa, los experimentos con presas de arco no se retomaron hasta dos siglos después, con estructuras como las presas de Almansa y Tibi en España que, aunque impresionantes para su época, seguían siendo del tipo arco-gravedad, más bajas (33 y 46 metros respectivamente) y más gruesas, sin llegar a igualar la elegancia ingenieril de los modelos iraníes.

No fue sino hasta el siglo XX, con la aparición de nuevos materiales como el hormigón y el desarrollo de cálculos estructurales avanzados, cuando las presas del mundo occidental comenzaron finalmente a superar a las antiguas presas iraníes en escala y altura, consolidando el legado de los ingenieros ilkánidas como los verdaderos pioneros de la presa de arco moderna.