En mayo, Tailandia tomó medidas drásticas para luchar contra las redes de traficantes, que abandonan a bordo de sus embarcaciones a los migrantes que huyen de sus países.
La llegada masiva a Malasia e Indonesia de más de 3.500 bangladesíes y musulmanes rohingyas de Myanmar (Birmania) provocó una importante crisis regional. Primero Indonesia y Malasia se mostraron reticentes a dejar que los barcos de migrantes atraquen en sus costas pero luego cedieron ante la presión internacional.
Los diez países de la Asean (Malasia, Tailandia, Singapur, Vietnam, Indonesia, Filipinas, Laos, Camboya, Birmania y el sultanato de Brunei) así como organizaciones internacionales aportarán sus contribuciones a este fondo, que será gestionado por el secretariado de la asociación en Yakarta (Indonesia), ha declarado a los periodistas, Ahmad Zahid Hamidi, el ministro malasio de Interior.
Este fondo pretende "apoyar los esfuerzos humanitarios y de emergencia para enfrentarse a los movimientos ilegales de personas en el sudeste asiático", ha indicado la asociación en un comunicado.

Malasia propuso que cada Estado miembro de la Asean aporte al fondo una primera contribución de 100.000 dólares (90.000 euros), ha añadido el ministro, precisando que Singapur prometió 200.000 dólares (180.000 euros).
Los dos países reticentes en un principio recibieron ya a la mayoría de las víctimas, de las cuales algunas pasaron meses hacinadas en las embarcaciones.
Durante los últimos años, la violencia sectaria en Myanmar ha obligado a miles de musulmanes rohingyas, considerados la minoría más oprimida del mundo, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a huir a otros países de la región para salvarse.
Muchos de ellos son víctimas de la trata de personas. El ejemplo más reciente ha ocurrido en Tailandia, cuando el pasado 7 de mayo, el Gobierno tailandés confirmó el hallazgo de decenas de fosas comunes con cadáveres de musulmanes rohingyas que trataban de refugiarse en ese país.
En mayo, más de 1 400 rohingyas, incluidos niños y mujeres, que viajaban a la deriva en embarcaciones rudimentarias, fueron rescatados frente a la costa oeste de Indonesia.
En febrero, el alto comisionado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los Derechos Humanos, Zeid Raad al-Husein, calificó de preocupante la situación en que viven un millón de musulmanes rohingyas en Myanmar.
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