El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha denunciado este martes los planes del Gobierno estadounidense, presidido por Donald Trump, para enviar 1000 fuerzas adicionales a la región del Oriente Medio en el contexto de las tensiones con Irán.
“Llamamos a todas las partes a la contención y, por supuesto, preferimos que no se tomen medidas que puedan provocar más tensión en la región que es de por sí inestable”, ha dicho el diplomático ruso sobre el despliegue adicional anunciado el lunes por el Departamento de Defensa (el Pentágono).
A su vez, el viceministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Riabkov, ha hecho este mismo martes un llamado a Washington para que deje de lado las provocaciones y suspenda medidas que parecen encaminadas, de hecho, a provocar una guerra con Irán.
El vicecanciller ruso ha dicho a la prensa que Moscú ya había advertido a Washington y sus aliados regionales sobre “el irreflexivo e imprudente aumento de las tensiones en una región explosiva”.
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Llamamos a todas las partes a la contención y, por supuesto, preferimos que no se tomen medidas que puedan provocar más tensión en la región que es de por sí inestable”, dice el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, sobre la decisión de EE.UU. de enviar 1000 fuerzas adicionales al Oriente Medio.
“Actualmente somos testigos de la persistencia de EE.UU. para aumentar la presión política, psicológica, económica y militar contra Irán, llegando incluso a la provocación”, reprueba el vicecanciller ruso, e insiste en que si Washington no quiere la guerra debe demostrarlo y desistir de su plan de reforzar su presencia militar en la región.
El jefe del Pentágono, Patrick Shanahan, dijo el lunes que el despliegue de dichas tropas tiene como objetivo proteger los intereses del país norteamericano en la región, pero que Washington no busca un conflicto militar con Irán. De seguido, sin embargo, repitió las acusaciones infundadas de su Gobierno contra Irán país al que vincula con los incidentes del jueves de dos buques cisterna en el mar de Omán.
Teherán califica de “sospechoso” el incidente —uno de los buques siniestrados estaba vinculado a Japón—, pues se produjo en medio de la histórica visita a Irán del primer ministro japonés, Shinzo Abe, en un contexto de creciente tensión regional alimentada por EE.UU. y sus aliados para presionar al país persa.
El Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, ha rechazado la posibilidad de una guerra entre la República Islámica y EE.UU., aunque insiste en que el pueblo persa responderá al enemigo oponiendo resistencia.
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