El pasado lunes el Parlamento italiano aprobaba la nueva ley electoral, llamada Italicum. Este sistema electoral prevé un premio de mayoría a la lista que supere el 40 por ciento de los votos y un umbral del 3 % para que los partidos puedan obtener representación. La ley pretende garantizar así la estabilidad gubernativa, algo que en Italia no ha sido fácil en los últimos años.
Para forzar su aprobación, el Gobierno presentó la cuestión de confianza, un mecanismo que pone entre las cuerdas al Parlamento y que en pocas palabras se traduce en "o se aprueba mi propuesta o cae el Gobierno". La oposición critica este método que califican de "poco democrático". De hecho, el día de la votación, Movimiento 5 Estrellas, Forza Italia y Liga Norte, abandonaron el aula.
Pocas horas después de que el presidente de la República, Sergio Mattarella, firmara la nueva ley electoral, algunos partidos de la oposición, no contentos con la aprobación del Italicum, empezaban a tantear la posibilidad de realizar un referéndum para poner en manos de los ciudadanos la última palabra.
El descontento cala incluso dentro del partido del primer ministro, Matteo Renzi. Esta semana dimitía el diputado del Partido Democrático, Pippo Civati, quien afirmaba que ya no se siente "capaz de votar la confianza del Gobierno". No es el único. Dentro del partido se ha consolidado una minoría que se opone a la política del joven primer ministro, quien no obstante, ha vuelto a ganar la partida.
Belén Alarcón, Roma.
smd/hnb
