En su rueda de prensa semanal de los lunes, Esmail Baqai ha explicado que Irán nunca se ha retirado de la mesa de negociaciones indirectas con Estados Unidos. “De hecho, estábamos en pleno proceso de negociación y debíamos reunirnos con representantes estadounidenses el domingo (15 de junio), pero repentinamente el régimen sionista, con el apoyo y la autorización de Estados Unidos, atacó a Irán el viernes (13 de junio), apenas dos días antes de la sexta ronda de negociaciones que debía celebrarse en Mascate”, ha agregado.
“Siempre hemos apoyado la diplomacia, pero las acciones de Estados Unidos e Israel la destruyeron, y esto fue una verdadera traición a la diplomacia (…) Realmente no se puede esperar que un hecho así no tenga repercusiones en la continuación de las conversaciones”, ha avisado.
Preguntado por los periodistas, ¿qué puede hacer Washington para remediar esta situación?, el portavoz Baqai ha asegurado que “depende de la respuesta de EE.UU. (…) es su deber intentar restaurar la confianza de los iraníes”, aunque ha recordado que las fluctuaciones y cambios constantes en los últimos tres o cuatro meses se han convertido en un patrón recurrente en el comportamiento de Estados Unidos, por lo que no son en absoluto dignos de confianza ni representan una base fiable.
Además, el vocero de la Cancillería persa ha advertido de que las declaraciones controvertidas de las autoridades estadounidenses, incluido el presidente Donald Trump, “deben interpretarse más bien como parte de maniobras psicológicas y mediáticas, y no como propuestas serias de diálogo o solución de conflictos”.
El 13 de junio marcó el inicio de una agresión brutal del régimen israelí contra Irán. Los sionistas lanzaron una agresión abierta, no provocada y ampliamente condenada contra el país persa, en la que fueron asesinados varios altos comandantes militares, destacados científicos nucleares y muchos civiles.
Más de una semana después, el 22 de junio, Estados Unidos se unió a esta ofensiva, bombardeando tres instalaciones nucleares iraníes. Estos ataques representaron una grave violación de la Carta de las Naciones Unidas, del derecho internacional humanitario y del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), del cual Irán es signatario.
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