Según la revista estadounidense The Atlantic, la administración del presidente estadounidense, Donald Trump, en coordinación con las autoridades israelíes, avanza en un plan para construir comunidades llamadas “Alternativas Seguras” detrás de una “línea amarilla” que separa el oeste de Gaza, controlado por el Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (HAMAS), del este ocupado por Israel.
El objetivo es reubicar a palestinos que superen los controles de seguridad anti-HAMAS realizados por el servicio de seguridad interna de Israel (Shin Bet), separándolos efectivamente de la mayoría de los dos millones de habitantes de Gaza. El tránsito a través de la línea amarilla estaría fuertemente restringido, lo que genera temores de que estas comunidades puedan convertirse en zonas de desplazamiento indefinido.
A este respecto, el teniente general estadounidense Patrick Frank, responsable del centro de coordinación civil-militar que supervisa el alto el fuego en Gaza, describió el plan en un correo interno citado por el medio estadounidense. Se explica que cada comunidad incluiría un centro médico, una escuela, un edificio administrativo y viviendas temporales para unas 25 000 personas, aunque luego los funcionarios de EE.UU., Reino Unido e Israel ajustaron la cifra a alrededor de 6000 residentes por sitio.
Se espera que el primer piloto se construya cerca de Rafah, en el sur de Gaza, una zona predominantemente propiedad de palestinos. El proyecto forma parte del plan de 20 puntos de Trump para la paz, que contempla una eventual retirada israelí de Gaza, aunque sin un cronograma definido.
De acuerdo con el periódico británico, Financial Times, la propuesta ha generado alarma entre gobiernos árabes y europeos, que temen que marque el inicio de una ocupación israelí permanente en partes de Gaza. Se advierte que podría consolidar una partición duradera, creando un sistema de dos niveles entre palestinos “aprobados” y aquellos bajo la administración de HAMAS.
Actualmente, menos del 2 % de los dos millones de habitantes de Gaza vive detrás de la llamada línea amarilla, originalmente concebida como barrera temporal. La administración Trump no ha comprometido fondos estadounidenses para la reconstrucción de Gaza, buscando en cambio inversiones de los Estados del Golfo Pérsico, mientras que la ONU estima que reconstruir la franja costaría unos 70 000 millones de dólares.
En este contexto, los críticos del plan señalan que los sitios propuestos se encuentran en tierras propiedad de palestinos, lo que genera preocupaciones sobre desplazamientos forzados. Asimismo, advierten que la iniciativa podría profundizar la fragmentación de Gaza sin ofrecer un camino claro hacia la soberanía palestina ni la retirada total de Israel.
El 29 de septiembre de 2025, Trump presentó su plan de 20 puntos para un alto el fuego en Gaza en una conferencia de prensa conjunta con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. El acuerdo de alto el fuego en Gaza, se basa en la propuesta presentada por Trump, y contempla la liberación de prisioneros israelíes, la retirada gradual del ejército israelí de la Franja de Gaza y la entrada de ayuda humanitaria en las zonas afectadas por el conflicto.
Por su parte, HAMAS respondió al plan de alto el fuego de Trump el 3 de octubre, acordando un cese total de las hostilidades, el intercambio de presos y la administración independiente de Gaza, y exigió que el futuro de Gaza se examinara en el marco de los intereses nacionales palestinos. Finalmente, el llamado Acuerdo de Paz de Gaza fue firmado por Trump el 11 de octubre, en presencia de líderes de más de 20 países.
No obstante, según las autoridades sanitarias de Gaza, desde la entrada en vigor del alto el fuego el mes pasado, las fuerzas israelíes han causado la muerte de más de 200 palestinos violando muchas veces la tregua. En total, desde el inicio de la ofensiva el 7 de octubre de 2023, casi 69 169 palestinos han perdido la vida en lo que describen como una guerra genocida contra Gaza.
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