En Washington, el presidente estadounidense Donald Trump y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu presentaron un nuevo “Acuerdo de Paz” para Gaza. El plan, compuesto por 21 puntos, promete un alto el fuego inmediato, la devolución de retenidos y un paquete internacional de ayuda humanitaria y reconstrucción del enclave. Sin embargo, el contenido ha generado fuertes críticas.
La mayoría de estos puntos satisface y concuerda con las demandas israelíes, especialmente los 5 puntos que demandó el gabinete sionista para imponer una realidad de rendimiento hacia la resistencia palestina, opina el analista político Wisam Afifa.
Estos puntos traspasan el movimiento de Hamas y traspasan la guerra de Gaza. Ya que impone reglas a la realidad de Palestina y al futuro palestino.
El acuerdo plantea la creación de una administración transitoria bajo supervisión internacional, el desarme de Hamas y una retirada gradual de las tropas israelíes, mientras deja en manos de EE.UU. e Israel los principales mecanismos de seguridad.
Aunque Trump lo calificó como una oportunidad histórica, Netanyahu dejó claro que no aceptará un Estado palestino en los términos propuestos.
En Gaza, la población recibe el plan con escepticismo y pesimismo. Muchos palestinos lo consideran una imposición diseñada por los mismos autores de la ofensiva militar que ha dejado miles de muertos y un enclave devastado. Hamas asegura que estudiará el documento, pero advierte que no fue consultado en su elaboración, lo que refuerza la sensación de desconfianza hacia un proceso percibido como unilateral.
Aquí, en medio de la destrucción y la emergencia humanitaria, el llamado “Acuerdo de Paz” genera más dudas que esperanzas. Para los gazatíes, cualquier propuesta nacida de Washington y Tel Aviv, los principales responsables de la guerra, difícilmente puede presentarse como un camino real hacia la paz.
Huda Hegazi, Gaza
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