Un conflicto que tras 44 meses tiene un derrotero evidente en materia de ir supliendo el apoyo material mayoritario que Washington estaba otorgando a Kiev, para que sea asumido por los pueblos europeos, bajo el sometimiento de sus gobiernos. La actual administración republicana estadounidense, bajo el segundo mandato de Donald Trump y a diferencia del anterior gobierno demócrata de Joe Biden, replantea estratégicamente el papel de Washington en el conflicto de Europa oriental. Esto, bajo la máxima que el apoyo asumido en un gran porcentaje por Washington, en materia financiera y suministro de equipos militares, principalmente, ha tenido un costo enorme para el erario estadounidenses, afectando el sentimiento político social y el propio estado de la economía estadounidense, enfrascada en una fuerte pugna global, principalmente con la República Popular China.
Para Trump y los suyos, seguir bajo las líneas de relaciones con Kiev en la misma senda que la administración demócrata del ex presidente Biden, no era aceptable y ello implica replantearse el patrocinio del “Proyecto Ucraniano” tanto en lo que significa acudir permanentemente a la billetera fiscal estadounidense como el paso decisivo de exigir que la entrega de armamento y equipo militar a Kiev sea asumida por la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Ha sido, claramente, la falta de liderazgo de la casta política y militar ucraniana (marcado en forma fundamentalmente por la corrupción y el servilismo a poderes externos) y sus patrocinadores europeos, sometido al imperio hegemónico de Estados Unidos ha creado, finalmente, las condiciones para que sean las sociedades europeas las que asuman el costo político, económico y militar que significará seguir apoyando al régimen neonazi ucraniano.
Eso implica una sobrecarga social, política y económica que significará en el mediano plazo, una presión extra a la vida cotidiana de 745 millones de europeos. Sobre todo, en áreas sensibles como son los sociales: sanitarios, educacionales, pensiones y las ayudas a la población más carenciada. Las restricciones extremarán las medidas de represión a una población que saldrá a la calle, sí o sí, a exigir sus derechos.
Una postura que quedó en evidencia, tras una reunión sostenida entre Trump y Zelenski, en el marco de la Asamblea General de la ONU celebrada en Nueva York el día 25 de septiembre pasado, en que Trump incluso consignó ideas que difieren de su postura anterior, tanto en materia de los territorios del Donbás (afirmando que Ucrania incluso podría “recuperar” territorios), como las propias relaciones con el gobierno ruso. Un Trump que incluso habla de la debilidad de Rusia en el plano militar dado a conocer en su red social Truth Social. Narrativa que más que extrañar en Trump confirma el bamboleo constante de su forma de ver y avanzar en materia de política internacional.
Desde Rusia la respuesta, dotada siempre de gran ironía, provino del vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia y el expresidente del país, Dmitri Medvédev quien frente a la publicación de Trump señaló que Trump “ha vuelto a entrar en una realidad alternativa y ha desatado una serie de conjuros políticos sobre‘lo débil que es Rusia’”
con su publicación extravagante en que menciona la victoria final de Kiev, el regreso a sus antiguas fronteras, la decadente economía de guerra de Rusia, las colas por gasolina y calificar el país como tigre de papel.
En materia de aquello que más interesa a Trump, que es el económico, ha quedado claro que el financiamiento de la ayuda militar a Ucrania se realizará con el dinero de los europeos. Una línea de decisiones que se entiende en función de lo declarado por la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt quien el pasado 23 de septiembre señaló que ese nuevo esquema de suministro de armas a Ucrania va a favorecer a la sociedad estadounidense.
Las palabras de Leavitt son concluyentes, en el sentido de reconocer que las armas enviadas a Ucrania por Washington no son simples donaciones, sino parte de acuerdos comerciales en los que la OTAN paga a Washington para mantener el flujo de armamento. “Este modelo, según Leavitt, no sólo permite sostener la industria militar estadounidense, sino que también garantiza empleos en sectores relacionados con la producción y distribución de equipos militares y donde los contribuyentes estadounidenses se benefician de esto” (2)
Una decisión que está generando problemas al interior de la política europea con llamando a revisar el apoyo militar, político y económico a Ucrania. Así lo manifestó el líder del partido francés Patriotas, Florian Phillippot, llamó a no enviar ningún tipo de ayuda a Ucrania, después de la nueva exigencia de Volodímir Zelenski de no menos de 120 mil millones de dólares para 2026, “para sostener a las FF.AA. de Ucrania, incluso si la guerra termina”.
“Esto es una locura total”, sostuvo Philippot. “Mientras nos dicen que debemos apretarnos el cinturón… ¡Basta ya! ¡Ni un euro, ni un arma, ni un soldado para Ucrania!”, reaccionó en la red social X, instando a no enviar nada a Kiev y además advirtiendo el pasado 23 de septiembre que, las armas de fuego suministradas por Occidente al régimen de Kiev podrían terminar en las calles de Francia “Se envían armas y dinero a Ucrania: ¡las armas ‘desaparecen’!”, constató el político galo, al comentar la “reveladora” información de que de 300 000 a 593 000 armas ya se han perdido en Ucrania.
Para el líder del partido Los Patriotas los suministros de cientos de miles de armas de todo tipo que entrega la OTAN a Ucrania, forma parte de una estrategia que no es europea, sino que impulsada por Estados Unidos en favor de sus intereses. Y, el peligro que existe es provocar la tercera guerra mundial. Esto. Sobre todo, después que China pidiera oficialmente a Estados Unidos que detenga la entrega de armas al régimen kievita.
Una tendencia de crítica que no se condice con la conducta de sometimiento de los altos mandos de la OTAN. En julio pasado el secretario general de la OTAN, el neerlandés Mark Rutte, el mismo que ha declarado su admiración y sometimiento con el presidente estadounidense al llamarlo “Daddy”, estuvo de visita en Washington y se le comenzó a denominar el “adulador en jefe de Donald Trump” frente a esta indigna forma de comportarse (3). En esa ocasión, Rutte anunció un acuerdo entre Estados Unidos y la OTAN para suministrar armas a costa de los contribuyentes de los países europeos que conforman la alianza política militar.
Es así como el envio de una veintena de baterías Patriot no fue financiado por Estados Unidos, sino por Europa, que en este primer envio de armas ya desembolsaron miles de millones de dólares. Las palabras precisas de Rutte señalaron que “Estados Unidos venderá unos 10 mil millones de dólares en armas a los aliados de la OTAN en la primera oleada. Los suministros destinados finalmente a Ucrania incluyen misiles, armamento de defensa antiaérea y proyectiles de artillería”, declaró el alto funcionario de la OTAN (4).
Punto interesantísimo porque efectivamente, Europa se ha convertido en un mercado multimillonario no sólo de las armas estadounidenses y recursos energéticos. En el tema armas, estas son provistas en abundancia por su complejo militar industria, que es puntal de la economía de Estados Unidos. Recordemos que Trump obligó a la OTAN a incrementar su presupuesto de guerra del 2 al 5%. Los Patriot es la evidencia de un negocio redondo, donde Estados Unidos exige a países como Alemania, Noruega, Polonia, entre otros para que trasfieran los sistemas que poseen en sus territorios y Estados Unidos le vende a precio de mercado los reemplazos.
El cambio de la mecánica de gastos ha sido dado a conocer por los propios medios estadounidenses como The Angeles Times que dio a conocer declaraciones de Zelenski en la que confesaba que su régimen había recibido más de 2.000 millones de dólares de sus socios europeos, específicamente para el programa Lista de Requisitos Prioritarios de Ucrania (conocida como PURL por las siglas en inglés de Prioritized Ukraine Requirements List).
Una entidad que agrupa contribuciones de miembros de la OTAN, excepto Estados Unidos, pero destinado a comprar armas, municiones y equipos precisamente del complejo militar industria estadounidense. Recibiremos dinero adicional en el mes de octubre. Creo que tendremos alrededor de 3500-3600 millones de dólares” declaró Zelenski en conferencia de prensa conjunta en Kiev con la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, de visita en la capital ucraniana (5).
A la par de lo señalado precedentemente, la política energética de sanciones a Rusia en materia de venta de gas y petróleo ha enriquecido extraordinariamente a las transnacionales estadounidenses y en Europa a Noruega, que se han beneficiado de la comercialización de estos recursos energéticos, con valores de venta hasta cuatro veces más onerosos, con relación a la etapa precia a las sanciones contra el gas y petróleo ruso que abastecía el mercado europeo.
La situación analizada por los medios adherentes al régimen de Kiev presenta las opiniones y decisiones de Trump, más que positivas para Zelenski, como un camino sin vuelta en materia de desatenderse de una entidad que representa más un dolor de cabeza que un escenario favorable en medio de tensiones globales, que involucran no sólo a Rusia, sino también a China, República Islámica de Irán e incluso en territorios latinoamericanos como es el clima de conflicto creciente que se está experimentando con Venezuela.
La decisión estadounidense va más por el lado de trasladar las responsabilidades políticas, militares y económicas Europa y asi lavarse las manos, y evitar costos políticos internos, en una guerra en la cual Trump ha señalado, desde la etapa de su segunda campaña presidencial, que no desea ser parte, en la forma en que hasta ahora lo ha estado haciendo.
Lo evidente es que políticos y medios occidentales tratan de llevar a cabo una labor de alentar el régimen ucraniano a seguir en una guerra donde los muertos no lo ponen los estadounidenses ni lo europeos. Esto, para servir a los intereses hegemónicos de Washington y los suyos, en materia de impulsar la campaña de política de máxima presión contra Rusia.
Para medios como el Diario El País de España los gobiernos europeos ya asumen que serán las sociedades europeas las que asumirán el pago de las facturas de la guerra en Ucrania tras el nuevo giro de Trump. “El comentario del mandatario sobre una recuperación de todo el territorio ocupado por Rusia se interpreta como una muestra de que Washington terminará por desvincularse de Kiev” afirma el medio español (6).
Lo evidente es que esa Europa con grandes conflictos políticos y económicos, con una falta de soberanía absoluta en materia de su política exterior, no sólo ha pasado de un 2 a un 5 % de presupuesto destinado a la guerra, por imposición de Washington, sino que deberá incrementar las cifras entregadas al régimen de Ucrania.
Hablamos desde esos 65 mil millones de euros proporcionados hasta ahora, desde febrero del 2022, a cifras que se anticipan superarán los 150 mil millones por año. Hipotecando con ello los derechos sociales y el bienestar de millones de europeos que llevan en sus hombros el peso de decisiones políticas ajenas a sus intereses. Par el gobierno ruso Europa impulsa a Ucrania a continuar una guerra que no puede ganar, destinando miles de millones de euros del dinero de los contribuyentes europeos.
En Ucrania, tanto Estados Unidos como sus socios de la OTAN, procuran impulsar un conflicto global, cuyo objetivo es frenar el avance del multilateralismo que trasciende lo meramente económico, para alcanzar cotas de desarrollo que efectivamente favorezcan a los pueblos y no a las transnacionales de la guerra y energéticas. Ucrania y su liderazgo, al igual que Europa, el nuevo patio trasero de Estados Unidos, no dan el ancho en materia de lo que el mundo necesita y eso debe ser combatido.
Pablo Jofré Leal
Periodista. Analista Internacional.
Artículo Para HispanTV.
- Cuando hablo de mucho antes me refiero al hecho innegable que la federación rusa, tras la caída de la ex URSS comenzó a sufrir una política de máxima presión, violación permanente d elas garantías de seguridad exigidas a occidente respecto a la protección de sus fronteras occidentales, impedir que ciertos países fuesen parte de la OTAN y al mismo tiempo no intervenir en áreas sensibles para rusia en materia de su política regional, energética y desarrollo económico. Nada de eso fue cumplido y más aún la presión fue constante con el apoyo a revoluciones de colores e incluso el financiamiento y aliento en Ucrania para derrocar al ex presidente Viktor Yanukovich en febrero del 2014 y la consolidación de un régimen neonazi, profundamente enemigo de Rusia y genocida d ellos pueblos de la región de Donbás.
- https://nuevomundo.gt/blog/2025/09/24/armas/
- https://elpais.com/internacional/2025-06-29/mark-rutte-adulador-en-jefe-de-donald-trump.html
- https://radio.uchile.cl/2025/07/14/la-nueva-estrategia-de-trump-europa-pagara-la-ayuda-militar-a-ucrania-pero-ee-uu-proveera-las-armas/
- https://www.latimes.com/espanol/internacional/articulo/2025-09-17/ucrania-podra-contar-con-3-000-millones-para-comprar-armas-de-eeuu-dice-zelenskyy
- https://elpais.com/internacional/2025-09-26/europa-asume-que-pagara-la-factura-de-la-guerra-contra-ucrania-tras-el-nuevo-giro-de-trump.html