Según los informes, Balata, sito cerca de la ciudad ocupada de Nablus, en Cisjordania, se afianza como otro bastión para los combatientes de la Resistencia palestinos, al igual que el campamento de Yenín, lo que genera una gran preocupación para las autoridades del régimen y sus fuerzas de ocupación.
Los reportes confirman el uso generalizado de armas de fuego contra los soldados y colonos israelíes en ataques de represalia por parte de los palestinos y el surgimiento de grupos armados de Resistencia, con diferentes denominaciones.
La fuerza de la Resistencia palestina se puso de manifiesto después de que Israel lanzara una campaña militar a gran escala contra Yenín en la madrugada del 3 de julio.
El régimen de Tel Aviv movilizó más de 1000 soldados como una supuesta estrategia dirigida a dañar la “infraestructura” de la Resistencia en la ciudad y el campo de refugiados que alberga. Al menos 12 palestinos y un soldado israelí murieron como resultado de la escalada, durante la cual la firme respuesta palestina llevó al régimen a retirar sus fuerzas en menos de dos días.
“La retirada de las fuerzas israelíes tras enfrentarse con la valiente resistencia de la juventud palestina en la ciudad de Yenín, en la parte norte de Cisjordania ocupada, mostró que las ecuaciones han cambiado”, resaltó el periodista y analista político palestino Annan Najib, recordando las extensas actividades de varios grupos de resistencia en Balata, cada uno de los cuales tiene unos 100 miembros.
De hecho, el analista subrayó que el régimen de ocupación se enfrenta a una “nueva etapa” de resistencia, ya que “no hay más espacio” para que las fuerzas israelíes ataquen cuando y a quien quieran.
La entidad israelí vive una profunda crisis sociopolítica y de seguridad, primero; por las divisiones internas, agravadas por la polémica reforma judicial de Netanyahu, y segundo; por la derrota ante la Resistencia palestina en Cisjordania, que ha puesto al desnudo la debilidad del régimen.
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