Las excavadoras y los ingenieros israelíes entraron en la aldea bajo protección policial y procedieron a expulsar a los residentes de sus hogares.
La comunidad beduina de la aldea de Al-Araqib, de 700 habitantes, no es reconocida por el régimen de Tel Aviv, por lo que la ha demolido en reiteradas ocasiones desde 2010.
Se estima que unos 110 beduinos viven en la comunidad y con frecuencia son blanco de la política represiva del régimen israelí, que pretende forzarlos a abandonar la zona.
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