Por Humaira Ahad
“No puede caminar. No puede mantenerse de pie mucho tiempo”, escribió Alaa Arafat, tía de la pequeña Lana. “Lo único que quiere es dormir y sentarse. No puedo creer en lo que se ha convertido”.
Lana es una de entre el millón de niños gazatíes —más de la mitad de la población del territorio asediado— que soportan la agonía lenta y sistemática de la campaña de hambre del régimen israelí.
Desde hace meses, esta franja costera devastada por la guerra se ha convertido en el epicentro de lo que expertos describen como un caso de manual de agresión genocida, en el que el hambre se emplea como un instrumento de guerra deliberado.
El Ministerio de Salud de Gaza ha informado que 101 palestinos, incluidos 80 niños, ya han muerto por inanición y deshidratación desde que comenzó la guerra genocida.
Tan solo en la última semana, se han reportado decenas de muertes más relacionadas con el hambre en todo el territorio, junto con imágenes estremecedoras que circulan en las redes sociales.
Una política con raíces profundas
Desde la declaración del ex primer ministro israelí Levi Eshkol en 1967 —“Privaremos a Gaza del agua y los árabes se irán”— hasta los actuales arquitectos de la guerra genocida, el enfoque de Israel ha permanecido sorprendentemente constante: utilizar el hambre como instrumento de ocupación y limpieza étnica.
Documentos internos y años de declaraciones públicas de funcionarios políticos y militares del régimen dibujan un panorama escalofriante, con casi todos ellos mostrando una retórica de guerra descarada y sin remordimientos.
El uso del hambre se cristalizó públicamente por primera vez en 2007, tras la contundente victoria electoral del movimiento de resistencia HAMAS en Gaza, cuando Dov Weissglas, asesor del entonces primer ministro israelí Ehud Olmert, abogó abiertamente por matar de hambre a los palestinos.
“La idea es poner a los palestinos a dieta, pero no hacer que mueran de hambre”, dijo.
Documentos israelíes revelaron un cálculo explícito de las necesidades calóricas de la población de Gaza. La cantidad de alimentos permitida dentro de la franja asediada se medía para mantenerse apenas por encima del umbral de hambruna.
La organización israelí de derechos humanos Gisha explicó más tarde esta política: “Israel prohibió la glucosa para galletas y el combustible necesario para el suministro regular de electricidad, paralizando la vida normal en Gaza y dañando el carácter moral del Estado de Israel. Lamento decir que elementos fundamentales de esta política siguen vigentes”, declaró la directora del grupo en 2010.
El hambre como estrategia
Desde el inicio de la guerra genocida de Israel contra Gaza, el 7 de octubre de 2023, el régimen ha dejado caer el velo de la negación plausible.
El hambre se ha adoptado abiertamente como una táctica de guerra contra los palestinos, en particular contra los niños, que son especialmente vulnerables.
Uno tras otro, los funcionarios del régimen han abogado por negar alimentos, agua, combustible y medicinas a toda la población de Gaza.
Moshe Saada, miembro del parlamento israelí, expresó con brutal claridad su intención de “matar de hambre a los gazatíes e imponer un cerco al máximo”, añadiendo que “quien quiera salir, lo hará hacia una zona humanitaria que nosotros administraremos”. (24 de abril de 2025)
Itamar Ben-Gvir, ministro de extrema derecha y ferviente defensor del colonialismo de asentamientos, declaró que los depósitos de alimentos y ayuda humanitaria “deberían ser bombardeados para crear presión militar y política”. (23 de abril de 2025)
Bezalel Yoel Smotrich, ministro de Finanzas de extrema derecha y líder del Partido Sionismo Religioso, afirmó que había llegado el momento “de detener por completo la transferencia de ayuda humanitaria a HAMAS… ha llegado la hora de ocupar la Franja de Gaza, de apoderarnos de su territorio de forma permanente…”. (10 de febrero de 2025)
Avigdor Lieberman, ex viceprimer ministro y ex ministro de Finanzas del régimen, ya lo había dejado claro en 2024: “El único acuerdo que debe hacerse con Gaza es detener toda transferencia de ayuda humanitaria, equipos, combustible, electricidad y agua”, declaró. (28 de agosto de 2024)
“No les damos nada a los árabes”
De acuerdo con la política de apartheid israelí, los convoyes de ayuda humanitaria son sistemáticamente bloqueados para impedir su entrada al territorio costero. Se corta el suministro de combustible y agua. Se impide el paso de camiones autorizados por la ONU, e incluso se les ataca brutalmente.
Daniella Weiss, exalcaldesa israelí y líder extremista del movimiento de colonos, habló abiertamente del desplazamiento forzado como un objetivo: “Se irán. Los árabes se irán… No les damos comida, no les damos nada a los árabes. Tendrán que marcharse”. (28 de enero de 2024)
Nissim Vaturi, vicepresidente del parlamento israelí, se jactó de impedir la entrada de ayuda a Gaza: “¿Camiones con ayuda para el enemigo? Yo los bloqueé personalmente. No sé si se publicó, pero fui y bloqueé la carretera con mi coche también”. (15 de mayo de 2024)
Ghassan Alian, general de división del ejército israelí y jefe del llamado “Coordinador de las Actividades Gubernamentales en los Territorios” (COGAT), calificó a los gazatíes como “animales humanos”, deshumanizándolos para justificar el objetivo del régimen: el exterminio.
“HAMAS se convirtió en Daesh y los ciudadanos de Gaza celebran en lugar de horrorizarse. A los animales humanos se los trata en consecuencia. Israel ha impuesto un bloqueo total a Gaza: sin electricidad, sin agua, solo destrucción. Querían el infierno, lo tendrán”, dijo. (9 de octubre de 2023)
Yoav Gallant, exministro de Guerra de Israel, buscado por la Corte Penal Internacional (CPI), utilizó el mismo lenguaje deshumanizante contra los palestinos mientras integraba el gabinete de guerra del régimen.
“Sin electricidad, sin comida, sin agua, sin gas. Todo está cerrado. Estamos luchando contra animales y actuamos en consecuencia”, declaró. (10 de noviembre de 2023)
Gottlieb: “¡Basta de ayuda humanitaria!”
Revital Tali Gottlieb, miembro del parlamento israelí, expresó su indignación por la entrada de ayuda humanitaria en Gaza: “¡En este mismo momento, los camiones de ayuda siguen entrando en la Franja de Gaza! ¡Basta! ¿Hasta cuándo vamos a agachar la cabeza y soportar la vergüenza? Así no se derrota al terrorismo. Detengan todo inmediatamente... abran fuego en el norte de la Franja contra todos los gazatíes que entren”. (25 de noviembre de 2023)
Omar Bar-Lev, exministro israelí de Asuntos Militares, propuso “un sitio completo sobre Gaza”, apenas unos días después del inicio de la guerra genocida del régimen contra el territorio costero.
“Sin agua, sin electricidad, sin comida. Como en Beirut en 1982. Agua para el sur de la Franja de Gaza, solo a cambio del regreso de los niños y mujeres secuestrados”, dijo. (17 de octubre de 2023)
El hambre como herramienta de exterminio
Israel ha utilizado desde hace tiempo el hambre como método de desplazamiento, control y coerción.
Más allá de la presión militar, el hambre ha sido presentada también como una herramienta de guerra psicológica y de ingeniería política: una táctica diseñada para quebrar la voluntad del pueblo palestino quebrando sus cuerpos.
Rami Igra, exjefe de la división de cautivos y desaparecidos del Mossad, explicó el objetivo con claridad: “Convertirlos (a los gazatíes) de simpatizantes de HAMAS en adversarios de HAMAS. Y la forma de hacerlo es suministrando la ayuda humanitaria a través de nosotros”. (13 de febrero de 2024)
Revital Tali Gottlieb, miembro del parlamento israelí, añadió que “sin hambre ni sed entre la población de Gaza, no podremos reclutar colaboradores, no podremos obtener inteligencia, no podremos sobornar a la gente con comida, bebida, medicinas, para conseguir información”. (23 de octubre de 2023)
Del desastre humanitario como táctica, a la negación absoluta
Zvi Yehezkeli, destacado corresponsal de asuntos árabes de la cadena israelí News 13, propuso llevar a la Franja de Gaza “al punto de un desastre humanitario, y entonces, quizá —aunque creo que sería un error— reconstruir e imponer un régimen palestino”. (19 de marzo de 2024)
A finales de 2023, incluso la fachada de preocupación humanitaria se había desmoronado por completo. En discurso tras discurso, altos funcionarios del régimen israelí presentaban el sufrimiento de la población civil no como daño colateral, sino como herramienta de presión.
Algunos incluso sugirieron que su política de hambre contra los palestinos en Gaza contaba con el visto bueno de Estados Unidos.
Washington ha vetado múltiples resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que pedían un alto el fuego y la entrega de ayuda humanitaria a la franja asediada. El expresidente estadounidense Joe Biden llegó a afirmar que no había pruebas de que Israel estuviera matando de hambre intencionalmente a los palestinos, a pesar de los informes de Naciones Unidas y otras organizaciones de derechos humanos que documentan una hambruna masiva.
Giora Eiland, general retirado del ejército israelí, reconoció públicamente en enero de 2024 que el régimen “debe informar a Estados Unidos que vamos a detener la ayuda a Gaza”.
Ron Dermer, ministro israelí de Asuntos Estratégicos, negó rotundamente la catástrofe humanitaria: “No hay una hambruna inminente [en Gaza], creo que eso es una completa mentira y una invención… Es una difamación contra Israel… El 10 % de UNRWA son operativos de HAMAS… No hay hambruna”. (26 de marzo de 2024)
Por su parte, Itamar Ben-Gvir volvió a rechazar cualquier asistencia: dijo que la transferencia de ayuda humanitaria a Gaza “no solo es una locura… también pone en peligro a los soldados de las FDI”. (29 de febrero de 2024)
Amichay Eliyahu, ministro de Patrimonio del régimen, se sumó al coro: “Se erradica el mal del mundo. ¿Quieres que tu papá [en Gaza] beba? Libera a los rehenes”. (17 de octubre de 2023)
Cuando el hambre se convierte en arma de guerra: el régimen israelí lo justifica abiertamente
A medida que la retórica se ha intensificado tras el inicio de la guerra genocida de Israel contra Gaza, los altos funcionarios del régimen continúan justificando sin tapujos el uso del hambre como arma de guerra.
Israel Katz, actual ministro de Guerra, rechazó incluso los llamamientos humanitarios más básicos, declarando que se oponía firmemente a levantar el bloqueo y permitir la entrada de bienes a Gaza por razones humanitarias. (15 de octubre de 2023)
“El conjunto de la población civil en Gaza debe marcharse inmediatamente. Vamos a ganar. No recibirán ni una gota de agua ni una sola batería hasta que desaparezcan del mundo”, afirmó. (13 de octubre de 2023)
El día anterior ya había dicho: “¿Ayuda humanitaria a Gaza? No se activará ningún interruptor eléctrico, no se abrirá ningún grifo, ni entrará un solo camión de combustible hasta que los secuestrados israelíes regresen a casa”. (12 de octubre de 2023)
Ese mismo 7 de octubre de 2023, cuando el régimen inició su guerra genocida, Giora Eiland declaró que el pueblo de Gaza tenía dos opciones: “quedarse y morir de hambre o irse”.
“Cortamos el suministro de energía, agua y diésel… Pero no es suficiente. Tenemos que impedir que otros presten asistencia a Gaza… Debemos decirle a la gente que tiene dos opciones: quedarse y morir de hambre, o marcharse”, afirmó.
Yair Golan, político israelí y general de reserva, coincidió con él: “Debemos decirles: escuchen, hasta que [los rehenes] sean liberados, de nuestra parte, ustedes morirán de hambre. Eso es completamente legítimo”.
En Gaza, mientras el número de muertes por hambre deliberada no deja de aumentar, Lana —y tantos otros niños como ella— se convierten en prueba viviente de lo que ocurre cuando el hambre se convierte en arma de guerra contra una población, y las potencias mundiales no solo no lo impiden, sino que lo permiten activamente.
Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.