Los acuerdos de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han puesto sobre la mesa la presencia de niños y menores entre las filas de los ejércitos clandestinos y su participación en actividades criminales, una realidad muy presente a lo largo del territorio iberoamericano, publica este domingo la agencia española de noticias Europapress.
Aunque a menudo suele trasladarse la idea de los “niños soldado” a países africanos o a zonas actualmente inmersas en conflictos bélicos —en especial en la región de Oriente Medio—, una importante fracción de menores iberoamericanos ven cada día violados sus derechos fundamentales al ser utilizados para actividades ilícitas, y en el especial en México.
La “guerra” contra el narcotráfico mexicano, “donde las balas perdidas, el fuego cruzado en las zonas cercanas a escuelas, los ataques directos, las masacres juveniles, etc.”, han hecho que los niños y niñas sean víctimas directas del conflicto y estén carentes de seguridad, según establecía en 2011 la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM).
Sin embargo, estos ataques no son las únicas afecciones en seguridad de los más pequeños. La desigualdad social y la falta de ingresos económicos de las clases más bajas del país azteca han empujado en las últimas décadas a miles de jóvenes a un acercamiento o colaboración con las bandas de narcotráfico y las pandillas callejeras que les apoyan.
De la misma manera, el ‘bando’ ocupado por el Gobierno y las fuerzas de seguridad, además de no garantizar medidas para el cumplimiento de todos los derechos de los mexicanos, ha llevado a cabo acciones que lo han puesto en el punto de mira.
Los adolescentes no están preparados militarmente y son llevados a una situación de riesgo para sus vidas”, según un informe de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM).
Un informe alternativo sobre la participación de niños en los conflictos armados del territorio de México de la REDIM documentó en 2011 el ‘reclutamiento’ de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) de menores para la erradicación de cultivos de marihuana y amapola en un Servicio Militar Nacional anticipado.
Es la primera ocasión en la que se tenían pruebas de la participación de menores en la “lucha contra el narcotráfico”, tal y como indicaba la REDIM, algo que también demostraba “cómo esas tareas ‘temporales’ del Ejército forman ya parte del adiestramiento de los alumnos” que integran las Escuelas Militares de México.
Respecto a este hecho, el director de la REDIM declaraba para la revista ‘Proceso’ en 2011 que “el solo hecho de llevar niños” a estas zonas viola los derechos y garantías fundamentales de la infancia, ya que “los adolescentes no están preparados militarmente y son llevados a una situación de riesgo para sus vidas”.
Así, el uso de menores en ambientes bélicos o violentos en México ya no se ajusta únicamente a lo que hasta el momento se ha planteado de forma protagonista, compuesta por la parte más ilícita de la ‘Guerra contra el narco’ de las maras y cárteles de droga, que no deja de tener un peso importante.
Según el estudio ‘Cruce de fuego: niños, niñas y adolescentes en el narcotráfico mexicano’, del experto en estudios sociales, Norberto Emmerich, “México ocupa un lugar destacado en el mapa mundial de niños y adolescentes víctimas de la violencia armada”.
La marginación y pobreza de cientos de menores mexicanos ha llevado a que éstos encuentren una salida a su situación en el acercamiento a este tipo de grupos, que además de aportarles una retribución económica pueden proporcionarles seguridad frente a amenazas de otras organizaciones.
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