Según anunció el martes Saad al-Saadi, un miembro de alto rango de la coalición Al-Fath en el Parlamento iraquí, el nuevo primer ministro, Mustafa al-Kazemi, “ha dado su consentimiento para cumplir una condición” exigida por los diputados iraquíes sobre la evacuación de las fuerzas lideradas por EE.UU. del suelo árabe.
“Ahora que Al-Kazemi ha obtenido el voto de confianza del Parlamento [que permitió su nominación como primer ministro], tiene una obra más importante: implementar una ley ratificada por el Parlamento, con base en la cual todas las fuerzas extranjeras deben ser evacuadas de Irak”, así lo indicó Al-Saadi, en declaraciones ofrecidas el martes a la agencia local de noticias Baghdad Today.
La mencionada ley fue aprobada el pasado 5 de enero en respuesta a la agresión protagonizada por EE.UU. en Bagdad, la capital de Irak, que causó la muerte del comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Qasem Soleimani, y del subcomandante de las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), Abu Mahdi al-Muhandis, y de otros militares iraníes e iraquíes.
De acuerdo con Al-Saadi, el citado voto del Parlamento era vinculante y ningún primer ministro podría desafiarlo. Esta resolución debe ser puesta en vigencia, especialmente, a la luz del amplio apoyo popular que ha recibido desde entonces, ha agregado.
Al-Kazemi, conocido como exjefe de los servicios de Inteligencia iraquí, fue designado hace días como premier de Irak poco después de que su antecesor, Adnan al-Zurfi, renunciase al puesto por no poder llegar a un acuerdo con los grupos políticos del país para formar un gobierno.
Aunque Al-Zurfi contó inicialmente con el respaldo de los partidos kurdos y suníes, tenía dificultades para convencer a la fracturada mayoría árabe chií, que le consideraba excesivamente pro estadounidense.
La designación de Al-Kazemi reviste suma importancia, especialmente en momentos en los que distintos movimientos y partidos políticos del país árabe instan al Gobierno de Bagdad a concluir el proyecto de expulsión de todas las fuerzas foráneas de su territorio.
Esto mientras que EE.UU. se niega a abandonar el país árabe con grandes cantidades de recursos naturales, ya que en las últimas décadas ha puesto su mirada en los ricos yacimientos petroleros de este país y reconoce abiertamente que quiere mantener sus tropas en Irak para controlar el petróleo tal y como lo ha hecho con Siria.
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