“Afirmamos la importancia de acelerar la aprobación de la ley y la de la Comisión Electoral porque esto representa al país que está pasando una gran crisis”, ha aseverado el máximo clérigo chií de Irak, el gran ayatolá Seyed Ali Sistani.
Su mensaje fue leído por el sheij Abdul Mahdi al-Karbalai, representante del ayatolá Sistani, durante el sermón del rezo de este viernes en la ciudad santa de Karbala.
La autoridad religiosa ha recalcado que las protestas deben ser “pacíficas”, libres de “violencia y vandalismo” y se debe dejar de “derramar la sangre iraquí”. Además, ha pedido a las autoridades que respondan a las demandas de los ciudadanos.
Afirmamos la importancia de acelerar la aprobación de la ley y la de la Comisión Electoral porque esto representa al país que está pasando una gran crisis”, ha aseverado el máximo clérigo chií de Irak, el gran ayatolá Seyed Ali Sistani, en un mensaje leído por su representante, Abdul Mahdi al-Karbala.
Anteriormente, el ayatolá Sistani había manifestado su preocupación de que la élite política no se tomaba en serio la implementación de reformas frente al descontento popular.
En la misma jornada del viernes, al menos tres manifestantes antigubernamentales han muerto en los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad en Bagdad, la capital iraquí.
Desde el 1 de octubre, Irak es escenario de protestas por la corrupción, el paro y la carestía de los productos básicos. El Ejecutivo iraquí reconoce el derecho a expresarse en las calles, pero rechaza que se recurra a cualquier tipo de violencia.
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El Gobierno de Irak ha planteado varias reformas para responder a las demandas de los manifestantes. El presidente iraquí, Barham Saleh, anunció a finales de octubre la celebración de elecciones anticipadas, bajo el auspicio de una nueva ley electoral más justa e integral.
Las autoridades iraquíes llaman a los ciudadanos a desconfiar de los responsables de los disturbios que manejan los hilos tras bambalinas, pues su objetivo ulterior es provocar un caos generalizado en el país: situación que, beneficiaría sobre todo al régimen de Israel y a Arabia Saudí.
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