El ministro de Información libanés, Paul Morcos, informó que “el gobierno ha aprobado el monopolio de las armas en manos del Estado y el despliegue del ejército en el sur. La implementación de todas las disposiciones del documento estadounidense está condicionada al cumplimiento de los compromisos por parte de cada país”, declaró.
Según medios de comunicaciones estatales libaneses, el plan, presentado por el enviado del presidente estadounidense Donald Trump a la región, Tom Barrack, y discutido previo a su aprobación en una reunión del gabinete libanés, propone que el monopolio estatal sobre el uso de las armas.
Esto plantea la progresiva eliminación de la presencia armada de todas las facciones no estatales, incluido el Movimiento de Resistencia Islámica del Líbano (Hezbolá), la movilización del ejército en puntos clave de la frontera y la retirada de Israel de las zonas libanesas que ocupa actualmente.
La aprobación de la propuesta tuvo lugar pese a que cuatro ministros se retiraron antes de la votación. Estos titulares son miembros del bloque parlamentario de Hezbolá y del Movimiento Amal, así como el parlamentario chií independiente Fadi Makki.
Al respecto, Morcos adujo que intentaron disuadirles de abandonar la sesión, pero lo hicieron para evitar que “se tomara una decisión en su presencia”.
Hezbolá aseguró que la retirada de sus ministros y de los ministros del Movimiento Amal de la sesión del gobierno fue “una clara expresión de rechazo a la decisión y al intento de imponer condiciones a la resistencia, que representa a amplios sectores del pueblo libanés en sus distintas regiones, confesiones y partidos”.
Previo a la decisión del gabinete, Hezbolá anunció que actuará como si el plan de desarme “no existiese” y advirtió que la petición de monopolio de las armas en manos del Ejército responde a intereses de Israel.
A la vez, el líder de Hezbolá, el sheij Naim Qasem, instó al gobierno en Beirut a adoptar medidas que garanticen la protección nacional ante el riesgo de una nueva ofensiva israelí.
Hezbolá se formó en 1982 con el mandato de defender el Líbano frente a la ocupación del régimen de Israel y su creciente impulso expansionista regional.
Desde entonces, tanto la entidad sionista como Estados Unidos, su mayor partidario, han aumentado la presión sobre el país para que se desarme el movimiento.
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