“Ese plan fracasó, en parte porque los aliados occidentales de Arabia Saudí dicen que fueron sorprendidos y presionaron a los saudíes para que retrocedieran”, informó el sábado The New York Times.
Tras una estancia extraña de tres semanas en Riad (la capital saudí), desde donde anunció su renuncia, Hariri regresó a su país y todavía, al menos hasta el momento, sigue siendo el premier de El Líbano.
Políticos libaneses y diplomáticos extranjeros aseguran que las autoridades saudíes forzaron a Hariri a que anunciara su dimisión e incluso consideraron reemplazarle con su hermano con la esperanza de que El Líbano tome una postura dura hacia Irán y el Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá).
Aún no está claro qué va a ocurrir, pero al menos los saudíes habían considerado la idea de reemplazar a Hariri con su hermano mayor, Bahaa, creyendo que tomaría una postura más dura hacia Irán”, dicen los diplomáticos extranjeros y políticos libaneses.
Hariri ha desempeñado un papel prosaudí desde que asumió el poder, reiterando acusaciones sin fundamentos contra Hezbolá, como alegar que algunos miembros de este movimiento participaron en el asesinato de su padre, Rafiq Hariri, en 2005. A su vez, las autoridades de Hezbolá han rechazado rotundamente estas imputaciones y afirman que Hariri sigue los intereses de Riad, un régimen que está enfadado con el movimiento libanés por su apoyo a los avances antiterroristas en Siria.
“Aún no está claro qué va a ocurrir, pero al menos, los saudíes habían considerado la idea de reemplazar a Hariri con su hermano mayor, Bahaa, creyendo que tomaría una postura más dura hacia Irán”, según diplomáticos extranjeros y políticos libaneses.
Conocida la dimisión de Hariri, Irán –un país que siempre apoya a un Líbano estable– consideró la decisión del premier libanés como un nuevo complot para desestabilizar El Líbano e instó a Riad a poner fin a sus aventurismos políticos.
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