“Estamos buscando reducir la tarifa administrativa de transporte”, declaró el domingo el teniente general Charles Hooper, jefe de la Agencia de Cooperación para la Seguridad de Defensa del Departamento de Defensa de EE.UU. (Pentágono).
Con esta medida, conforme explicó el funcionario, la Administración norteamericana intenta rebajar los aranceles a venta de armas y, por ende, minimizar los costos generales de sus socios militares.
Hooper, quien hizo estas declaraciones en la feria internacional aeroespacial de Farnborough, en el Reino Unido, recalcó que esta medida se enmarca en los esfuerzos del Pentágono para hacer más competitivos los productos militares estadounidenses. EE.UU. quiere “ofrecer los mejores equipos del mundo a un precio justo”, señaló.
Washington levantaría las tarifas a sus equipamientos militares en momentos en que el presidente Donald Trump ha emprendido una guerra arancelaria contra varios países, incluidos sus aliados.
Estamos buscando reducir la tarifa administrativa de transporte” (a los socios que compran armas estadounidenses), declaró el domingo el teniente general Charles Hooper, jefe de la Agencia de Cooperación para la Seguridad de Defensa del Departamento de Defensa de EE.UU.
En declaraciones anteriores durante una entrevista concedida al diario digital Defense News, Hooper admitió que EE.UU. ha vendido más armas en los primeros seis meses de 2018 que en todo 2017.
En el año fiscal 2016, EE.UU. vendió aproximadamente 33,6 mil millones de dólares en armamentos, un monto que en 2017 ascendió a unos 41,9 mil millones.
Los países opositores a las políticas armamentísticas de EE.UU. afirman que el Gobierno de Trump usa sus armas para hacer aupar su economía sin tomar en cuenta el caos que provoca en varias partes del mundo.
En mayo del año pasado, el Gobierno estadounidense firmó un contrato con el príncipe heredero saudí, Muhamad bin Salman al Saud, para la venta de más de mil millones de dólares en armas a Riad, un régimen implicado en la agresión militar a Yemen.
Asimismo, a finales de junio, la Casa Blanca firmó un contrato para la venta de armamento y equipos militares por valor de más de mil millones de dólares con Baréin, país en el que está en curso una brutal represión contra los activistas chiíes.
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