• Ben Emmerson, relator especial de la ONU para los Derechos Humanos y la Lucha contra el Terrorismo, durante una rueda de prensa en Ginebra (Suiza), 3 de marzo de 2017.
Publicada: sábado, 4 de marzo de 2017 8:14
Actualizada: sábado, 4 de marzo de 2017 8:39

La postura de Donald Trump hacia el uso de la tortura como un arma útil puede sentar ‘un precedente’ para otros países, advierte un representante de la ONU.

Ben Emmerson, el relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los Derechos Humanos y la Lucha contra el Terrorismo, criticó el viernes que un presidente estadounidense ponga en práctica, por razones de “populismo jingoísta”, un “mayor acto de ilegalidad”, que utilizaba la Administración del exmandatario estadounidense George W. Bush, como un instrumento en la lucha contra el terrorismo.

“Escuchar al presidente Trump, a los pocos días de su investidura, elogiar las virtudes de la tortura como un arma en la lucha contra el terrorismo, y confirmar su voluntad personal de autorizar el uso de la tortura si se le pide, hiela la sangre”, dijo a periodistas, tras entregar su último informe como relator especial.

Escuchar al presidente Trump, a los pocos días de su investidura, elogiar las virtudes de la tortura como un arma en la lucha contra el terrorismo, y confirmar su voluntad personal de autorizar el uso de la tortura si se le pide, hiela la sangre”, dijo Ben Emmerson, relator especial de la ONU para los Derechos Humanos y la Lucha contra el Terrorismo.

Emmerson acusó a Trump de echar leña al fuego al flagelo que supone el terrorismo y facilitar el camino a los reclutamientos que lleva a cabo el grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe) en los países occidentales.

“Si una de las naciones más poderosas del mundo, un miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU), está preparada, una vez más, para abandonar los valores colectivos bajo el pretexto de defenderlos, me pregunto si se ha conseguido algo en los últimos quince años”, cuestionó.

 

Asimismo, en otra parte de sus declaraciones, se refirió al programa secreto de cárceles, de detención y de rendición ejecutado por la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA, por sus siglas en inglés) durante el mandato de George W. Bush, y lamentó que ningún responsable de las torturas aplicadas fuera llevado ante la justicia, pese a que su identidad “era conocida”.

Trump, en una entrevista televisiva, afirmó en enero que él creía que la tortura da resultados.

En diciembre de 2014, el Comité de Inteligencia del Senado de EE.UU. reveló los brutales métodos de la CIA, como el “ahogamiento simulado”, la privación de sueño, el uso de perros agresivos, los gritos, los golpes o la humillación, que habían sido autorizados por la Administración de Bush (2001-2009).

La amenaza de retornar estas prácticas planea sobre el horizonte a pesar de que el Senado estadounidense ilegalizó, en junio de 2015, torturas como el submarino o la alimentación rectal forzosa.

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