Con motivo del 38.º aniversario del ataque químico en Sardasht, la pequeña ciudad en la provincia iraní de Azerbaiyán Occidental, Esmail Baqai ha establecido paralelismos entre ese ataque y el genocidio en perpetrado en Gaza.
“Ese día, la humanidad misma se quedó sin aliento. Hoy, la misma tragedia se repite en el escenario de Gaza”, ha aseverado.
En otra parte de sus declaraciones, el vocero de cancillería persa ha remarcado que Sardasht fue la primera ciudad, después de la Segunda Guerra Mundial, en probar la amarga realidad de las armas químicas: una experiencia sufrida en el pesado silencio del mundo, una ciudad cuyos gritos de carne quemada se ahogaron en el clamor de los autoproclamados defensores de los derechos humanos.
Ha relatado que hace treinta y ocho años, en un día como hoy, el 28 de junio de 1987, los cielos de la oprimida ciudad de Sardasht no contenían aire, solo el aliento envenenado de las bombas químicas
Asimismo, ha destacado que esas bombas, producidas en fábricas industriales de ciertas potencias llamadas civilizadas, habían sido regaladas al régimen baasista.
“Ese día, decenas de civiles indefensos en Sardasht perdieron la vida, y los que sobrevivieron quedaron con las cicatrices de pulmones quemados y la lucha de toda la vida por respirar”, ha agregado.
En referencia a la reciente guerra de 12 días de Israel contra Irán, Baqai ha recalcado que hoy, décadas después, la oscuridad de ese mismo silencio se repite, esta vez no en los polvorientos callejones de Sardasht, sino en las ruinas ensangrentadas de Gaza, y su vergonzoso rastro persiste en las temerarias fantasías de agresión contra Irán.
En otra parte de sus afirmaciones, Baqai ha señalado que “los actores siguen siendo los mismos; solo han cambiado las máscaras. La esencia y la intención no han cambiado, pero ahora la descarada desfachatez ha sustituido cualquier atisbo de orden u honestidad”.
Ha alertado que Irán no olvida ni perdona esta vieja herida.
“El olor a gas y ceniza no se borrará de la memoria histórica ante el clamor de los especuladores engañosos. El olvido es como un cáliz envenenado: uno que el hechicero del mito de los derechos humanos vierte para otros, pero el destino lo transforma de tal manera que el primer sorbo es suyo”, ha confirmado.
Durante ocho años de la guerra impuesta por Irak a Irán (1980-88), el régimen del exdictador iraquí Sadam Husein llevó a cabo al menos 500 ataques con armas químicas contra cinco provincias occidentales iraníes, los cuales dejaron al menos 10 000 mártires, incluidos mujeres y niños, y más de 107 000 heridos.
En uno de los incidentes más notorios, el régimen de Sadam lanzó bombas de gas mostaza sobre Sardasht, una pequeña ciudad en la provincia iraní de Azerbaiyán Occidental, el 28 de junio de 1987. El ataque mató al menos a 119 civiles iraníes e hirió a otros 8000, dejando a algunos discapacitados permanentemente. Esta masacre se considera uno de los peores ataques químicos perpetrados desde el fin de la Primera Guerra Mundial.
Las víctimas de estos ataques siguen sufriendo hasta el día de hoy, y su situación se ve agravada por las persistentes sanciones occidentales que restringen el acceso a suministros y equipos médicos en Irán.
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