Durante un evento celebrado este martes en la ciudad de Mashad en el noreste de Irán, el comandante de la Fuerza Terrestre del Ejército iraní, el general de brigada Ali Yahanshahi, ha afirmado que la guerra —respaldada militar y tecnológicamente por la alianza liderada por Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)— fue diseñada por el régimen con objetivos estratégicos, incluidos el desarme de Irán y su colapso político, metas que, según ha indicado, no se materializaron.
“El régimen sionista impuso esta guerra para eliminar nuestro poder misilístico y perseguir la desintegración de la nación, pero no alcanzó sus ominosos objetivos”, ha destacado, señalando la preparación defensiva sostenida, la disuasión con misiles y las operaciones con drones como pilares clave de la respuesta iraní durante el asalto.
Yahanshahi ha situado la guerra dentro de una campaña de presión más amplia que siguió a la Defensa Sagrada de Irán (1980–1988), señalando su similitud con el conflicto respaldado por Occidente impuesto al país por Irak.
Asimismo, ha subrayado que los adversarios han utilizado desde entonces “infiltración cultural, acusaciones sobre derechos humanos, el caso nuclear, sanciones punitivas y, finalmente, la confrontación militar directa [del 23 al 25 de junio]” para intentar desestabilizar a la República Islámica.
Citando las declaraciones del Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, el comandante persa ha puesto de relieve que la operación no fue una escalada a corto plazo, sino parte de una estrategia construida durante mucho tiempo. “El enemigo pasó más de dos décadas diseñando esta guerra para destruir nuestra capacidad misilística y debilitar nuestras Fuerzas Armadas. Pero, por la gracia de Dios y debido a la fuerza de nuestras fuerzas, así como al poder de nuestros misiles y drones, fue derrotado”, ha declarado.
El general Yahanshahi también ha hecho referencia a una propuesta histórica de política estadounidense que promovía la fragmentación de los estados regionales. En este sentido, ha señalado que “la exsecretaria de Estado de EE.UU., Condoleezza Rice, había promovido previamente fragmentar cinco países, incluyendo Irán, usando la disolución del Imperio Otomano como inspiración, pero la República Islámica demostró resistencia frente a tales ambiciones”.
Volviendo a la agresión de EE.UU. e Israel, el comandante ha aclarado que, aunque el adversario logró cierta precisión táctica en determinadas operaciones de inteligencia, no logró convertir esas operaciones en éxito estratégico. “A pesar del pleno respaldo de EE.UU. y la OTAN, el enemigo aceptó un alto el fuego tras una humillante derrota”, ha reiterado, refiriéndose tanto a Tel Aviv como a Washington, quienes supuestamente pidieron la cesación de los ataques iraníes hacia el final de la guerra.
La guerra de 12 días estalló el 13 de junio, cuando Israel lanzó una agresión sin motivo contra el país persa, atacando instalaciones militares, nucleares y civiles en Teherán y otras ciudades, lo que dejó alrededor de 1100 muertos, entre ellos varios altos mandos militares y destacados científicos nucleares. A los ataques israelíes se unió una semana después EE.UU., bombardeando tres sitios nucleares clave.
Irán respondió la agresión con fuerza lanzando cientos de misiles balísticos y drones contra objetivos estratégicos israelíes en los territorios ocupados en el marco de la operación ‘Verdadera Promesa III’, así como la base aérea de Al-Udeid en Catar, la mayor base militar estadounidense en Asia Occidental.
El 24 de junio, Irán, mediante sus exitosas operaciones contra el régimen israelí y Estados Unidos, logró detener el asalto ilegal, imponiendo un alto el fuego a los agresores.
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