• Descubre Irán: Seimare, la ‘Pompeya oculta’, una ventana al pasado
Publicada: jueves, 31 de julio de 2025 22:26
Actualizada: sábado, 2 de agosto de 2025 12:38

La antigua ciudad de Seimare, a menudo llamada la “Pompeya oculta de Irán”, se encuentra en la provincia occidental de Ilam, reconocida por su avanzada planificación urbana de la era sasánida, evidente en sus palacios, baños y templos de fuego notablemente bien conservados.

Por Maryam Qarehgozlou

Ubicada en las estribaciones de los Montes Zagros, en la orilla sur del río Seimare en Ilam, yace la silueta desgastada de la ciudad.

Conocida en la antigüedad como Madaktu, esta vasta ruina fue en su día un próspero centro urbano, corazón cultural y económico de la región.

Hoy, bajo sus piedras, la ciudad aún susurra las historias de los elamitas, los sasánidas y el temprano mundo islámico.

Seimare se sitúa al sureste de la moderna ciudad de Darre Shahr, enmarcada por los imponentes picos de Kabir Kuh.

Los arqueólogos estiman que la ciudad, en su apogeo, abarcaba entre 142 y 200 hectáreas, lo que la convierte en el sitio arqueológico más grande de la provincia de Ilam.

Su ubicación, en el punto de encuentro entre pasos montañosos y valles fluviales, le otorgaba tanto una importancia estratégica como comercial.

De Madaktu a Seimare

Mucho antes de ser conocida como Seimare, esta ciudad florecía bajo el nombre de Madaktu, capital de una de las provincias elamitas.

En el siglo VII a.C., la ciudad cayó ante los ejércitos asirios, sus muros fueron derrumbados y sus calles quedaron desiertas. Pero la historia de la ciudad no terminó allí.

Siglos después, durante la era sasánida, fue reconstruida y rebautizada como Seimare.

La nueva ciudad reflejaba la prosperidad del imperio: amplias calles bordeadas de mercados, elegantes edificios decorados con estuco y una planificación urbana avanzada, que incluía canales de agua y un sistema primitivo de alcantarillado.

 

El terremoto que marcó el fin de una era

La fortuna de Seimare llegó a su fin abruptamente a mediados del siglo X d.C.

Los registros históricos y la evidencia geológica apuntan a un devastador terremoto ocurrido en el año 334 de la Hégira (945 d.C.) que redujo gran parte de la ciudad a escombros.

La evidencia arqueológica sugiere que parte de la población ya había comenzado a abandonar la ciudad antes de que ocurriera el sismo, quizás debido a cambios económicos o políticos que tal vez nunca lleguemos a comprender del todo.

La ciudad se ganó el apodo de la “Pompeya oculta de Irán” debido a su destrucción repentina tras el terremoto y su notable estado de conservación.

Al igual que la ciudad romana de Pompeya, sepultada bajo cenizas volcánicas, Seimare fue devastada por el terremoto y abandonada.

Sus ruinas, intactas durante siglos bajo capas de tierra, han preservado calles, edificios y objetos que hoy constituyen la fama de la ciudad.

Desenterrando el pasado

Desde principios del siglo XX, Seimare ha atraído la atención de exploradores y arqueólogos por igual.

Figuras como Henry Rawlinson, Jacques de Morgan y la Misión Arqueológica Holmes dejaron constancia de sus impresiones sobre el sitio, mientras que las excavaciones modernas han revelado sus tesoros ocultos.

Nueve campañas de excavación sistemática han sacado a la luz vestigios de una de las primeras mezquitas de Irán, los restos de la residencia de un noble, talleres de cerámica y fabricación de vidrio, defensas contra inundaciones y sorprendentes ejemplos de decoración en estuco de los períodos sasánida y del islam temprano.

Cada descubrimiento añade un nuevo hilo al complejo tapiz histórico de la ciudad. Entre los hallazgos más fascinantes se encuentran las instalaciones industriales de Seimare.

Los hornos para la producción de cerámica y vidrio revelan que Seimare no solo funcionaba como un centro político, sino también como un núcleo de artesanía y comercio.

La sofisticación de estos talleres sugiere una ciudad profundamente conectada con el comercio regional e incluso, quizás, internacional.

Seimare y el patrimonio mundial

La importancia de Seimare fue reconocida desde los primeros esfuerzos de Irán por preservar su patrimonio. En 1931, se convirtió en uno de los primeros sitios arqueológicos inscritos en la Lista del Patrimonio Nacional.

Hoy, Irán trabaja para que el Paisaje Cultural de Seimare y Kabir Kuh sea inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, lo que brindaría atención global —y una conservación muy necesaria— a este sitio extraordinario.

Para los viajeros, Seimare ofrece una experiencia poco común: caminar entre los huesos de una ciudad que ha permanecido en silencio durante un milenio.

Más de 150 monumentos registrados rodean Darre Shahr, desde el puente sasánida de Gavmishan hasta el templo de fuego Chahar Taqi de Sarjabad.

Los amantes de la naturaleza encontrarán el paisaje igualmente cautivador.

 

En primavera, los valles florecen con campos de Fritillaria imperialis —la icónica corona imperial—, enmarcados por los imponentes acantilados de Kabir Kuh.

Cascadas como la de Marbareh y desfiladeros dramáticos como Bahram Chubin completan el cuadro de un lugar donde la historia y la naturaleza son inseparables.

Seimare es mucho más que una ruina. Es una rara ventana a la vida urbana del Irán antiguo, desde los elamitas hasta los albores del islam.

Sus amplias calles, restos industriales y edificios religiosos hablan de una sociedad dinámica, conectada y sofisticada.


Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.