“Cuba no se rinde, Cuba no claudica, Cuba no se pone de rodillas ante nadie. Nuestra dignidad nacional no es negociable y la defenderemos al precio que sea necesario”, ha subrayado este sábado el primer ministro de Cuba, Manuel Marrero Cruz, en la provincia de Ciego de Ávila (centro) durante el acto nacional conmemorativo por el aniversario 72 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1953 (Día de la Rebeldía Nacional).
Marrero Cruz ha destacado que la capacidad del pueblo cubano de sobreponerse a cada obstáculo forma parte inseparable de la identidad nacional y de su historia revolucionaria.
Asimismo, ha puesto de relieve que la Revolución Cubana es “invencible” porque el pueblo se ha mantenido fiel a ella.
Al recordar las políticas hostiles de EE.UU. ante Cuba tras la Revolución de 1959, ha aseverado que Washington ha llevado a cabo centenares de medidas restrictivas unilaterales que incluso afectan de manera extraterritorial a otras naciones y configuran un bloqueo económico, comercial y financiero cruel y genocida.
Ha señalado que todos los gobiernos estadounidenses han mantenido el objetivo de doblegar por hambre y necesidades al pueblo cubano, pero no lo han logrado y no lo lograrán.
En cuanto a las dificultades surgidas por las sanciones de EE.UU. ha declarado que existen dificultades internas, errores y deficiencias que urge solucionar con esfuerzo propio a partir de la decisión, la laboriosidad, la inteligencia y el sacrificio del pueblo.
El funcionario cubano ha asegurado que los revolucionarios cubanos, bajo la guía del Partido Comunista, continuarán trabajando con unidad, optimismo y fe en la victoria, haciéndose más fuertes bajo los ataques y sin cabida para derrotismos.
El 26 de julio de 1953, el líder revolucionario de Cuba, Fidel Castro, y un grupo de revolucionarios pertenecientes a la Generación del Centenario asaltaron dos cuarteles de la dictadura batistiana: el Moncada (Santiago de Cuba) y el Carlos Manuel de Céspedes (Bayamo). La acción no consiguió el éxito militar previsto, pero encendió la chispa de la rebeldía y dio inicio a la última etapa de la lucha insurreccional cubana, que condujo al triunfo de la Revolución en enero de 1959.
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