Este no es un proyecto de ley ordinario ni se trata de la política
Hasta el momento, la opinión pública no ha podido prevenir que el partido conservador que gobierna el país, avance hacia la aprobación del sweeping anti-terror legislation contra la cual han advertido severamente grupos de libertades civiles, políticos de la oposición y expertos de todas las tendencias, al especificar que reemplazaría la democracia sana del país con un Estado policial.
El primer ministro, Stephen Harper, está a la espera de una fácil victoria este miércoles cuando la Cámara de los Comunes celebre su debate final sobre el proyecto de ley, conocido como C-51.

La propuesta C-51, presentada por el Gobierno canadiense en enero, tras los atentados de París, tiene previsto otorgar a 17 agencias gubernamentales acceso a información privada de los ciudadanos canadienses, incluyendo su estado financiero, historial médico y las creencias religiosas y políticas.
Al mismo tiempo, la Policía tendrá derecho a realizar arrestos preventivos en casos excepcionales, mientras no se aumentará la supervisión sobre el considerablemente facultado Servicio Canadiense de Inteligencia de Seguridad (SCIS).
Los críticos de la legislación dicen que la ley otorga a espías canadienses nuevos poderes para investigar las amenazas contra la seguridad pública, con un lenguaje que no hace distinción entre conspiraciones terroristas y legítimas protestas y manifestaciones políticas.
La ira general por la legislación puede trabajar como un factor negativo contra Harper, que sueña con ser reelegido como premier en las elecciones de este otoño, pues la propuesta de la ley ha unido a diversos grupos de oposición para trabajar en su contra ya que la campaña para detener la ley C-51 ha crecido hasta incluir prácticamente a todos los grupos de derechos civiles, profesores de derecho, jueces retirados, autores, editorialistas e intelectuales en Canadá.

Cientos de miles de canadienses también firmaron peticiones el mes pasado urgiendo la anulación de la ley y salieron a la calle en el día nacional de protesta para expresar su idea al respecto.
“Este no es un proyecto de ley ordinario ni se trata de la política”, dijo la líder del Partido Verde Elizabeth May la semana pasada en un discurso pronunciado ante la Cámara de los Comunes. “Se trata del alma del país y de una cuestión de si entendemos lo que Canadá significa - para nosotros mismos y lo que representa en todo el mundo”, agregó.
En respuesta a la oposición que tacha la propuesta de Harper de un atentado contra los valores canadienses, el primer ministro ha ridiculizado a sus oponentes acusándoles de estar ajenos a los valores canadienses.
También, el ministro de Seguridad Pública, Steven Blaney arremetió contra los “conceptos erróneos” promovidos por los críticos a quienes llamó “supuestos expertos” para luego describir el proyecto de la ley como una respuesta “razonable y proporcional” a la amenaza del terrorismo.
Queda por verse si su ira podrá o no marcar una diferencia en las elecciones generales de este mes de octubre.
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