En artículo elaborado por el instituto de investigación política (Think Tank, en inglés) Brookings señala que los esfuerzos de Riad para culpar del “brutal asesinato” del periodista saudí en su consulado en Turquía al servicio de la Inteligencia del país y su posterior “patética” explicación demuestran que la posición de Muhamad bin Salman al Saud como príncipe heredero del reino es cuanto menos frágil.
La publicación, recogida el domingo por el portal estadounidense Al-Monitor, añade que para lavar la imagen de Bin Salman, los Al Saud se han servido de un chivo expiatorio, al general Ahmed Asiri, hombre del círculo íntimo del príncipe heredero y número dos de la Inteligencia del país árabe.
Tal señalamiento traslada un mensaje “muy peligroso” al círculo íntimo del príncipe heredero, es decir, “no están seguros, nadie está seguro”, destaca el artículo.
La versión saudí sobre el asesinato de Jamal Khashoggi y la elección de un cabeza de turco para lavar la imagen de Bin Salman trasladan un mensaje “muy peligroso” al círculo íntimo del príncipe heredero, es decir, “no están seguros, nadie está seguro”, dice el artículo elaborado por el instituto de investigación política (Think Tank, en inglés) Brookings.
La medida, de acuerdo con Brookings, aumenta la posibilidad de que se produzcan movimientos contra Bin Salman, pues tiene suficientes enemigos en el reino. La gigantesca purga de los príncipes y rivales, y el encarcelamiento de decenas de clérigos, escritores e intelectuales disidentes, son medidas adoptadas por el príncipe heredero para silenciar las voces críticas y no demasiado populares.
Arabia Saudí, el aliado más antiguo de EE.UU. en Oriente Medio supone, según la publicación, “un creciente peligro” para la estabilidad regional y para sí misma.
Pese a los esfuerzos del reino saudí para eximir de toda culpa al príncipe heredero, cada vez salen más informes que confirman que Bin Salman ordenó el asesinato del periodista opositor.
El príncipe heredero saudí, principal responsable de la agresión saudí a Yemen y por tanto de la muerte de miles de personas y de una crisis humanitaria sin precedentes, también estuvo involucrado en el “secuestro” del premier libanés, Saad Hariri en 2017.
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