Según reportó la cadena de televisión Al Masirah, el Ejército yemení, apoyado por el movimiento popular Ansarolá, asaltó ayer martes las posiciones claves del Ejército saudí cerca del paso fronterizo de Al-Tawal, ubicado en la región de Jizan, en el suroeste del reino árabe.
Poco después de mantener duros enfrentamientos contra los militares saudíes, los combatientes yemeníes se apoderaron de dos bases militares y un gran arsenal dejado atrás por el Ejército saudí al retirarse de la zona.
Durante esta operación, las fuerzas yemeníes lograron abatir a decenas de soldados y mercenarios apoyados por el régimen saudí, además de destruir varios de sus vehículos blindados, entre ellos un tanque Bradley, de fabricación estadounidense.
En reciente semanas, el movimiento popular Ansarolá y el Ejército yemení han atacado con drones y misiles las instalaciones militares saudíes, en represalia por la violenta campaña bélica iniciada contra su país en marzo de 2015 por Arabia Saudí y sus aliados regionales, como los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
El portavoz de Ansarolá, Muhamad Abdel Salam, advirtió ayer martes que los aeropuertos y las principales ciudades de los países agresores a Yemen “ya están al alcance de los drones militares yemeníes”.
Esta amenaza llega días después de que el aeropuerto internacional de Dubái, en los EAU, fue por primera vez atacado con drones de las fuerzas yemeníes.
De acuerdo con el último balance del Ministerio de Salud yemení, la agresión saudí y sus aliados ha dejado al menos 11 000 muertos y casi 23 000 heridos, además de hundir al país en la hambruna y las epidemias. La comunidad internacional, sobre todo las Naciones Unidas, ha hecho insistentes llamados a Riad para que ponga fin a esta “estúpida guerra”.
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