• Sistema móvil de misiles balísticos RS-24 Yars del Ejército ruso.
Publicada: miércoles, 1 de noviembre de 2017 1:33
Actualizada: miércoles, 1 de noviembre de 2017 2:16

Rusia prioriza el desarrollo de misiles balísticos nucleares en su nuevo programa de armas para el periodo comprendido entre 2018 y 2015.

“La prioridad es el desarrollo de las fuerzas nucleares estratégicas como el principal factor de disuasión frente a una posible agresión contra Rusia”, aseguró el martes el viceministro ruso de Defensa, Yuri Borisov.

En declaraciones a medios locales, Borisov hizo énfasis en que el escudo nuclear del país euroasiático debe ser fiable “para que a nadie se le ocurra probar su contundencia”.

De acuerdo con Borisov, la segundad prioridad será diversificar las armas de alta precisión que, de hecho, empiezan a desempeñar un papel más vital en los conflictos locales.

También desarrollarán la industria militar robótica, e hizo hincapié en que, de hecho, “la realización de operaciones militares sin presencia humana es la tendencia general”.

La prioridad es el desarrollo de las fuerzas nucleares estratégicas como el principal factor de disuasión frente a una posible agresión contra Rusia”, aseguró el viceministro ruso de Defensa, Yuri Borisov.

 

Asimismo adelantó que Moscú estrenará en 2025 nuevo tipos de armamentos que cambiarán considerablemente las reglas del juego y las tácticas de guerra.

Las declaraciones del alto funcionario de Defensa rusa se produjeron unos días después de que el Ejército de ese país lanzara el misil balístico Topol como parte de unas maniobras de sus Fuerzas Nucleares Estratégicas, que emplean todos los elementos de la triada nuclear.

En las maniobras también participaron bombarderos estratégicos Tu-160, Tu-95MS y Tu-22M3, que despegaron de los aeródromos de Ucrainka, Enguels y Shaikovka, y lanzaron misiles de crucero a blancos situados en los polígonos de Kura, Pemboi (República Komi) y Terekta (Kazajistán).

Rusia y el Occidente siguen sin superar las tensiones que surgieron después de la crisis de Ucrania y la anexión de Crimea a Rusia en 2014, una situación que se agudizó con la posterior militarización de Europa por parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y EE.UU.

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