La incertidumbre de nuevo es otro factor en el viaje de los refugiados. No saben si llegarán a Austria, mucho menos a Alemania, pero tampoco saben cuándo podrán montar en el próximo tren. El destino, finalmente, no era el esperado: han parado en un campo de refugiados a 40 kilómetros de Budapest.
Según un portavoz de la empresa ferroviaria, era una parada normal en la ruta hacia la frontera. Mientras tanto, el líder ultraconservador húngaro, Viktor Orban, asegura que ellos son “un problema de Alemania”.
Y mientras Europa discute como repartir a los que huyen de la guerra, ellos, duermen al raso, al pie de la estación ferroviaria de Keleti.
Raquel González, Budapest.
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