La popularidad del nuevo presidente Tabaré Vázquez bajó rápidamente mientras la economía se enfría. La crisis en la enseñanza, y los reclamos por derechos humanos siguen esperando soluciones.
Con el traspaso de gobierno del muy popular presidente José Mujica al Dr. Tabaré Vázquez, que realiza su segundo mandato y el tercero consecutivo de la coalición de izquierda Frente Amplio, los uruguayos iniciaron el año con grandes expectativas.
La ilusión duró poco, el nuevo gobierno anunció que la economía estaba peor de lo esperado y que se vendrían tiempos de austeridad.
Las protestas ganaron las calles mientras se debatía el presupuesto nacional, reclamando aumentos salariales y mejores condiciones de estudio y trabajo.
El Plenario Intersindical de Trabajadores, la Convención Nacional de Trabajadores (PIT-CNT), los sectores de la salud, los trabajadores judiciales y en especial la enseñanza, convocaron a huelgas y ocupaciones.
Pese a la agitación social, Uruguay conmemoró 30 años de democracia ininterrumpida, sin olvidar a los desaparecidos durante la dictadura militar, cuyos restos se siguen buscando.
La causa perdió al reconocido intelectual y defensor de los derechos humanos, Eduardo Galeano, fallecido a los 74 años.
Los expresos que llegaron de Guantánamo, reclamaron justicia acampando frente a la Embajada de los Estados Unidos. Presionado por su propio partido, el gobierno abandonó las negociaciones del tratado de comercio de servicios, llamado TISA en sus siglas en inglés.
Por otra parte, fenómenos climáticos adversos afectaron la zona rural del país. Primero una sequía y luego, intensas lluvias que provocaron inundaciones.
El próximo año el país iniciará una nueva etapa en sus relaciones internacionales. Abrió la primera Embajada del Estado de Palestina en Uruguay, ocupará la presidencia pro témpore del Mercosur, y tendrá un lugar como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU).
Eugenia Rodríguez, Montevideo.
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