Esta fue una exhibición pública de los estrechos vínculos que existen entre las dos naciones. El Gobierno sirio pudo resistir ante una inmensa presión durante ocho años de lucha para combatir a los grupos terroristas; unos grupos apoyados por Estados Unidos, Israel, y algunos Estados europeos y árabes, muchos de los cuales fueron derrotados con el apoyo de Irán y Rusia.
Irán reconoce a Siria como el Eje de Resistencia frente a la hegemonía israelí, estadounidense y de sus aliados. Por lo tanto, ha decidido ayudar al grito de ayuda lanzado por el Gobierno sirio. Ayudó a la nación siria, de forma triunfal, frente al derramamiento de sangre provocado por Daesh, el Frente Al-Nusra, Ahrar Al-Sham y muchos otros grupos milicianos formados en el caos, apoyados por algunas naciones árabes.
Por otro lado, las potencias occidentales, a saber, Estados Unidos e Israel, solo querían la caída de Bashar al-Asad y su Gobierno. Estos dos hicieron transcender este objetivo a través de sus medios de comunicación, pero no explicaron que, si Al-Asad caía, el pueblo sirio sufriría a manos de Daesh y otros grupos terroristas que operan en Siria.
Las alegaciones de los Estados Unidos sobre los ataques químicos no fueron más que excusas para atacar Siria y evitar que la atención pública se centrara más en las acciones norteamericanas en la región. Esto se ha hecho evidente gracias a que algunas imágenes utilizadas para mostrar los ataques químicos en Siria fueron producidas por compañías cinematográficas profesionales.
Todo parecía apuntar a que la prioridad del Gobierno de Estados Unidos en Siria era destruir a uno de los principales detractores de Israel en la región. Si los Estados Unidos realmente simpatizaran con los civiles sirios, habrían aceptado a más refugiados sirios en su territorio.
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