Todo lo hecho por los israelíes en el enclave costero desde el 7 de octubre es una versión más extrema de lo que estaban haciendo desde hace 75 años: asesinar a los civiles, bombardear hospitales y escuelas, y desplazar al resto de la población para aplastar la determinación de los palestinos, sin embargo, han fracasado.
La entidad sionista sigue su ofensiva a gran escala, y ha llegado a Rafah, una pequeña ciudad donde más de la mitad de los 2,3 millones de los habitantes de Gaza están ahora encerrados contra la frontera sur del enclave, que colinda con Egipto, el lugar que muchos ven como el último refugio de los gazatíes.
La tragedia humana en Gaza no se limita al desalojo forzado. El hambre acecha a toda la Franja, donde, según las agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), medio millón de los residentes se enfrentan actualmente a un hambre catastrófica.
En sus crímenes contra el pueblo palestino, el régimen de Tel Aviv cuenta con el respaldo incondicional de Estados Unidos y varios otros países occidentales, con quienes la historia no será amable por su complicidad.
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