Los soldados israelíes dispararon balas de goma y lanzaron gases lacrimógenos contra los manifestantes que conmemoraban el asesinato de sus compatriotas en esa calle por un israelí, una atrocidad que, irónicamente, terminó con el bloqueo de esa vía, que se convirtió en un símbolo de la ocupación israelí.
Los palestinos indignados, al denunciar el cierre injusto de la columna vertebral del centro de Hebrón, que une el norte y el sur de la ciudad y se extiende aproximadamente a lo largo de 1km. de oeste a este, exigieron su reapertura.
De igual manera, repudiaron las políticas expansionistas del régimen usurpador israelí en Cisjordania y corearon consignas en pro de una Palestina libre.
Un colono israelí, identificado como Baruch Golsdstein, acabó el 1994 con la vida de 29 palestinos en la Mezquita Ebrahimi, también conocida como la Tumba de los Patriarcas.
Tres años después de la citada fecha el régimen de Tel Aviv dividió la ciudad, imponiendo restricciones a la libertad de movimiento de los palestinos; una medida que además de causar graves daños a la economía, impide a los palestinos un desplazamiento normal por la urbe dividida. A partir de octubre de 2000, cuando surgió la segunda Intifada, se agudizaron las restricciones impuestas por los israelíes contra los palestinos.
El régimen israelí no escatima esfuerzos a la hora de aplicar sus políticas racistas e injustas contra la deshereda nación palestina en sus propios territorios. Hace oídos sordos al reiterado rechazo expresado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y por la mayoría de los países del mundo, que consideran los asentamientos israelíes como ilegales, ya que se construyen en los territorios arrebatados por el régimen israelí en la Guerra de los Seis Días de 1967, lo que contradice las leyes internacionales.
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