• El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
Publicada: miércoles, 20 de julio de 2016 15:58
Actualizada: miércoles, 26 de abril de 2017 3:35

Ante la purga masiva del Gobierno turco tras el fallido golpe militar, crecen las advertencias de un posible baño de sangre en el país euroasiático.

El diario estadounidense The New York Times ha criticado este miércoles al Gobierno del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, por responder a la reciente intentona golpista en su país “con un castigo indiscriminada”.

“Según el último recuento, cerca de 35.000 miembros de las Fuerzas Armadas, las fuerzas de seguridad y el sistema judicial —incluidos 103 generales y almirantes— han sido detenidos o despedidos; 15.000 empleados del Ministerio de Educación, suspendidos; las licencias de 21.000 profesores han sido revocadas; y más de 1.500 rectores de universidades se han visto obligados a renunciar”, reseña el rotativo.

Según el último recuento, cerca de 35.000 miembros de las Fuerzas Armadas, las fuerzas de seguridad y el sistema judicial —incluidos 103 generales y almirantes— han sido detenidos o despedidos; 15.000 empleados del Ministerio de Educación, suspendidos; las licencias de 21.000 profesores han sido revocadas; y más de 1.500 rectores de universidades se han visto obligados a renunciar”, según The New York Times.

El artículo se pregunta cuántas de esas personas estarían implicadas en “el motín del fin de semana contra el Sr. Erdogan”, a lo que responde diciendo que ni siquiera Ankara da una cifra exacta de los que participaron en el alzamiento militar.

The New York Times advierte de que tal comportamiento, por parte de Erdogan, podría convertir Turquía en “una especie de Estado autoritario de facto”, y alerta de que cualquier “baño de sangre autorizado por el Gobierno desestabilizaría aún más Turquía”.

El artículo recuerda que, tras el fracaso del golpe militar, el Gobierno turco ha planteado la posibilidad de restablecer la pena de muerte. Explica, además, cómo Ankara ha tomado en los últimos años, “el control de los medios de comunicación y arremetido contra enemigos reales e imaginarios”.

Con tales medidas, en vez de tratar de recuperar la frágil democracia en Turquía, Erdogan parece estar sellando su legado como el del “hombre que destruyó la promesa de una Turquía moderna como democracia musulmana modélica”, según el artículo.

La intentona golpista llevada a cabo la noche del viernes por una facción del Ejército se cobró la vida de al menos 290 personas y dejó 1440 heridos. Desde entonces, el Gobierno ha llevado a cabo una purga masiva entre los empleados gubernamentales y militares, entre otros. Se ha aplicado, además, una estricta censura en los medios de comunicación.

 

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