Se trataba de un envío de 30 millones de rondas de municiones, incluyendo 13 492 927 balas para fusiles de asalto AK-47 y 3 063 276 rondas de munición de francotirador, conforme ha reportado este domingo el diario local The Guardian.
En 2014, dos comerciantes de armas británicos le pidieron al Departamento Británico de Comercio Internacional (DIT, por sus siglas en inglés) que aprobara sus ventas de municiones de origen bosnio a Arabia Saudí.
El DIT tardó 14 meses en examinar la solicitud, a pesar de que normalmente procesa dichas peticiones en 20 días, y finalmente la rechazó basándose en los criterios de la Unión Europea (UE) y los nacionales sobre las licencias de exportación de armas, que permiten declinar tales aplicaciones si buscan exportar armas a países sancionados o si existe la sospecha de que las armas pudieran terminar en manos equivocadas.
Sin embargo, los intermediarios finalmente enviaron las municiones a Arabia Saudí en dos remesas a través de Bosnia. Ahora, el grupo de monitoreo del tráfico de armas de la Red Balcánica de Periodismo de Investigación (BIRN, por sus siglas en inglés) ha cuestionado por qué el Reino Unido se retrasó tanto en el proceso.
BIRN asegura que el Reino Unido tardó demasiado en examinar la solicitud y no se lo notificó a Bosnia, aunque debía hacerlo porque las municiones son fabricadas por los fabricantes de armas del estado de los Balcanes.
Explica que las sospechas surgieron después de que se ratificó que el Ejército saudí no usa rifles de asalto AK-47, y por lo tanto los 13 millones de balas para las ametralladoras podrían ser transferidos a ciertos “combatientes” que apoya Riad.
Los expertos en el comercio internacional de armas indican que el Reino Unido probablemente sospechó que las municiones terminarían en manos de los combatientes apoyados por los saudíes en Siria o Yemen.
Arabia Saudí está acusada de armar a los grupos terroristas de la región que se basan en la misma ideología radical wahabí que el reino árabe.
Londres ya es objeto de fuertes críticas por parte de los grupos de derechos humanos por sus ventas de armas de miles de millones de libras esterlinas al país árabe, que encabeza una mortal agresión contra Yemen desde 2015.
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