“Mohammed Emwazi acudió por primera vez a Cage (“jaula”, en inglés) en 2009 tras ser detenido, interrogado y reclutado por (el servicio de Inteligencia británico) Mi5 para lo que iban a ser unas vacaciones de safari en Tanzania”, publicó en su página electrónica el colectivo británico (aquí, en inglés).
La Policía británica de Scotland Yard ha rehusado hacer comentarios, escudándose en el secreto que protege las investigaciones, en las que participan los servicios antiterroristas, junto a los de Inteligencia exterior e interior del país, MI6 y MI5 —a los que Cage responsabiliza, precisamente, de la radicalización de Emwazi—.
Pese a que Cage ha negado, a través de redes sociales, estar seguro al 100 % de la identificación, esta ha sido retomada rápidamente por medios de prensa anglosajones como la cadena británica BBC y el diario estadounidense Washington Post.
Un investigador del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización y la Violencia Política, Shiraz Maher, ha proclamado también por Internet: “ahí está, ya salió el nombre”.
Presentado hasta ahora por la prensa occidental como “John el carcelero” o —dentro de la estrategia de demonización del Islam— “John el yihadista”, el encapuchado verdugo del EIIL comenzó a ser conocido en agosto de 2014, al publicarse el vídeo del asesinato por decapitación del periodista estadounidense James Foley.
Nacido en el seno de una familia acomodada kuwaití, Emwazi creció y se educó en el Reino Unido a partir de los 6 años, hasta graduarse como informático por la Universidad de Westminster en 2009.
Desde ese mismo año, el acoso policial británico por su condición de musulmán al viajar a Tanzania y las amenazas en caso de que no aceptase trabajar para los servicios de Inteligencia encaminó al joven Emwazi por la senda de la radicalización supuestamente antioccidental, según Cage.
Tras Foley, se atribuye a “John el carcelero” haber participado en las decapitaciones del también periodista estadounidense Steven Sotloff, los cooperantes británicos David Haines y Alan Henning, el militar estadounidense Peter Kassig, una veintena de soldados sirios cuyos nombres no son nunca publicados, el mercenario japonés Haruna Yukawa y el periodista japonés Kenji Goto.
El apelativo de John fue atribuido a quien ahora se piensa que es Emwazi por varios de sus rehenes, por estar en un grupo de cuatro personas que ellos comparaban al grupo musical ‘The Beatles’. Posteriormente, la prensa británica —comenzando por el diario ‘Daily Mail’ añadieron a ese sobrenombre el calificativo de ‘yihadista’, propio de la propaganda antislámica.
El Yihad, uno de los fundamentos prácticos del Islam, es todo esfuerzo que se hace por mejorar espiritual y materialmente al propio individuo que lo hace y a la sociedad en la que vive. En el ámbito de la guerra, el Yihad es un deber de todo musulmán, de carácter siempre defensivo.
La identificación del Yihad, principio del Islam respetado por todos los musulmanes, con el terrorismo, es una estrategia de propaganda belicista occidental destinada a difamar a todo musulmán que cumpla con su deber de defender su país y su religión de las agresiones exteriores.
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