El jefe de la inteligencia de EE.UU., John Ratcliffe, aseveró el domingo que los riesgos de la interferencia extranjera en los comicios del próximo noviembre en el país norteamericano provienen más de China que de Rusia. Mientras que Moscú, principal acusado por la supuesta injerencia en las elecciones de 2016 en EE.UU., rechaza tal señalamiento y lo considera infundado.
“No quiero minimizar a Rusia –son una seria amenaza para la seguridad nacional–, pero día tras día las amenazas que enfrentamos desde China son significativamente mayores”, señaló Ratclife.
En esta misma línea, el funcionario norteamericano denunció que había una “pandemia de filtraciones” en los informes presenciales sobre seguridad electoral que iba a ofrecer al Congreso, por lo que decidió cancelarlos. La decisión provocó quejas entre varios legisladores de alto rango, ya que consideraron que la Administración del presidente, Donald Trump, trata de encubrir datos importantes sobre la seguridad de los comicios.
La medida se produce dos meses antes de las elecciones generales y en medio de la escalada de tensiones entre Pekín y Washington, cuyos lazos enfrentan su peor momento en décadas por diferentes asuntos, como la guerra comercial, disputas territoriales y la pandemia del nuevo coronavirus, causante de la COVID-19.
Tanto China como Rusia han sido objeto, en un sinfín de ocasiones, de infundadas “acusaciones” lanzadas por Washington, que, varias veces, ha utilizado esas afirmaciones a modo de pretexto para adoptar medidas punitivas contra estos países.
Las autoridades rusas han calificado de ridículas las acusaciones sin fundamento de Washington sobre la intromisión en los comicios de 2016, del que el republicano Trump salió como ganador. Pekín ha refutado asimismo las baratas afirmaciones de autoridades estadounidenses sobre supuestos intentos de China de injerirse en los asuntos internos de EE.UU.
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