Arrestado. Tuvo la audacia de marchar con su bandera a la vez que exige el respeto a los derechos humanos. Esto es Estados Unidos hoy. Furgonetas sin marcas, agentes encubiertos, detenciones arbitrarias.
Y a este contexto de terrorismo de estado, como no podía faltar, se le suma la impunidad. Fiscales, legisladores, burócratas, haciendo las veces de juez y jurado, verdugo y aprendíz de fascista.
Es así que a consecuencia de las cientos de miles de atrocidades cometidas a manos de los uniformados, los ciudadanos demandan la renuncia de Katherine Fernández Rundle, Fiscal Estatal de Miami-Dade.
27 años en el cargo y ni un solo policía asesino encarcelado. Al contrario, un récord escandaloso de impunidad, encubrimiento, contribuciones financieras de dudoso proceder, entre otros.
Pero quizás el caso más emblemático de impunidad durante la tutela de Fernández Rundle es el de Darren Rainey quien fue cocinado vivo en agua caliente cuando se encontraba en custodia en Miami-Dade. Hasta hoy, a pesar de lo evidente, las autoridades siguen afirmado que se trató de una muerte accidental.
No hay peor ciego que el que no quiere ver y por ello no sorprende que la mayor parte del aparato burócrata/legal estadounidense trabaja para satisfacer el sistema de impunidad que la anti-meritocracia protege y financia. Básicamente, en este país no se necesitan recursos humanos excepcionales, sólo funcionarios y entes subsirvientes al sistema.
Bajo este criterio, entonces, encarcelar y aterrorizar minorías étnicas genera lucro para las corporaciones; y cuando ya no hay donde encarcelar, entonces la policía sale realizar la limpieza étnica orquestada por los paladines de la politiquería anglosajona de turno.
Marcelo Sánchez, Miami.
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