El primer semestre del gobierno de Lula da Silva ha confirmado que la gestión del presidente tiene un poderoso contrapeso, con una bancada que no llega al tercio de ambas cámaras legislativas, el ejecutivo se encuentra obligado a moderar su agenda para conseguir consensos, vamos a analizar con mayor detalle esta dinámica.
Gilberto Maringoni, analista y caricaturista, nos propone el primer trazo de este escenario. El gobierno de Lula comienza a pesar de la victoria electoral con un cuadro de absoluta minoría.
La necesidad de negociar y dialogar no es una novedad para el septuagenario dirigente y mandatario. Lula es un gran profesional de la política, la tendencia es un gobierno de Lula también más al centro.
Él es quien cumple el papel de villano en esta historia, Arthur Lira, presidente de la poderosa Cámara de Diputados. Un hombre que es un líder del partido sucesor de la derecha de la dictadura militar.
Claro que no todas las cartas están a favor de Lira, oponerse sistemáticamente a un presidente como Lula, que goza de un amplio apoyo popular puede ser inconveniente, ambas partes están obligadas a ceder.
Lula está resuelto a hacer un gobierno mucho más moderado, eso dificulta el boicot de Lira contra el gobierno, evidentemente es una relación difícil, pero Lula está ganando la disputa contra Lira.
En 2016 la disputa política entre el poder ejecutivo y el legislativo terminó con un golpe de Estado parlamentario contra la presidenta Dilma Rousseff, la resolución de ese conflicto, muy recordada por su escenificación circense, arrastró al país a una debacle institucional.
Andrés Sal.lari, Sao Paulo.
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