A mediados de diciembre Fitch había colocado a Brasil en la categoría de emisores especulativos de deuda calificándola con la nota BB+, según informó la agencia AFP.
Este jueves la volvió a bajar en un escalón a BB y la consideró con perspectiva negativa, lo que en los hechos significa que puede seguir degradándola.
Una transición "podría representar una nueva oportunidad para proceder a ajustes económicos y reformas", sostiene el informe de Fitch.
En su comunicado, Fitch dijo que tomó en cuenta "la contracción económica más fuerte de lo previsto (y) el fracaso del Gobierno en estabilizar las previsiones para las finanzas públicas".
También valoró como negativo "el bloqueo político que perdura y la elevada incertidumbre política" que castiga la confianza y gobernabilidad del país.
Brasil camina hacia su mayor periodo recesivo en 80 años en medio de una crisis política que tiene a su presidenta, Dilma Rousseff, enfrentada a un proceso de destitución por maquillar las cuentas públicas.
Al mismo tiempo, un gigantesco sistema de corrupción descubierto en la petrolera estatal tiene en jaque a decenas de políticos y empresarios.
Según Fitch, las investigaciones de la corrupción, el enjuiciamiento de la presidenta y las manifestaciones callejeras "contaminan el ambiente político".

La agencia admite que una transición "podría representar una nueva oportunidad para proceder a ajustes económicos y reformas" pero su puesta en marcha, sostiene, tiene riesgos.
La incertidumbre política, sumada a la caída de los precios de las materias primas en los mercados y el enlentecimiento del crecimiento de China, contribuyen al deterioro de la economía del país, según Fitch.
La agencia cree que el producto interior bruto (PIB) de Brasil, hasta hace un lustro una estrella de los emergentes, caerá 3,8 % este año y aumentará apenas 0,5 % en 2017.
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