La protesta tenía lugar en la ciudad de Bilad al-Qadim, en el norte de Bahréin, donde los manifestantes fueron objeto de fuertes ataques por parte de las fuerzas de seguridad bahreiníes que hasta usaron gas lacrimógeno y balas de goma para dispersar a los congregados.
Durante los choques entre los indignados y las fuerzas de seguridad, un número no especificado de manifestantes fueron detenidos mientras que varios otros resultaron heridos.
Los ciudadanos denunciaban a las autoridades bahreiníes por tratar de presentar una buena imagen de sí mismos a nivel internacional con la celebración de carreras de la Fórmula Uno, mientras pedían a la comunidad internacional no quedarse de brazos cruzados y boicotear el evento.
A su vez, en la misma jornada del viernes, Amnistía Internacional (AI) recordó que este evento se llevará a cabo con el fin de desviar la atención de la comunidad internacional de los crímenes del régimen de Al Jalifa y las numerosas violaciones de los derechos humanos que tienen lugar en este país del Golfo Pérsico.
El 14 de febrero de 2011, los bahreiníes dieron inicio a masivas protestas pacíficas en reclamo de reformas políticas, pero el régimen de Al Jalifa, con el apoyo de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), acabaron sofocando violentamente este levantamiento popular.
El régimen de Manama responde con medidas represivas a las denuncias de los activistas y somete a juicios sumarios a los opositores, afirman diversos grupos pro derechos humanos, entre ellos, la oenegé Human Rights Watch (HRW).
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