En 2015 el grupo takfirí perdió el 40 por ciento de su territorio en Irak y el 20 por ciento en Siria, mientras que en los primeros seis meses de 2016 otro 12 por ciento de su feudo o llamado califato.
Un reporte del Instituto Británico de Defensa IHS Janes informó que calcula la extensión actual del califato de Daesh en unos 68.300 kilómetros cuadrados a caballo entre Siria e Irak.
Se está anticipando a retrocesos más significativos, ya sea por la pérdida de enclaves como Mosul y Al-Raqa [las capitales de Daesh en Irak y Siria, respectivamente] o el fallecimiento de sus principales líderes como Al-Bagdadi, argumenta el analista Omar al Dulimi
Además de estas pérdidas hay que sumar la crisis financiera por la que está atravesando el grupo terrorista, que le ha obligado, entre otras medidas, a recortar drásticamente los sueldos de sus combatientes.
De acuerdo con las estimaciones del IHS, en el mes de marzo, las arcas de Daesh ingresaron alrededor de 56 millones de dólares, lejos de los 80 millones que contabilizaron un año antes.
Las recientes victorias de los Ejércitos iraquí y sirio contra Daesh en sus respectivos territorios han hecho que los líderes del grupo tengan que pensar en un cambio de estrategia: responder a cada derrota con embestidas más allá de su feudo, con ataques perpetrados directamente por sus células y sucursales o ejecutados por simpatizantes autónomos inspirados en sus llamadas a actuar en los países donde residen.
En una entrevista concedida al diario español El Mundo, Firas Abi Ali, analista del IHS, estudia esta situación y explica la transformación de la estrategia de Daesh ante sus derrotas.
Según Abi Ali, las constantes derrotas de Daesh y el abrumador poder aéreo de sus enemigos han obligado al grupo a potenciar su alcance exterior para preparar a sus seguidores para nuevas pérdidas territoriales.
"Se está anticipando a retrocesos más significativos, ya sea por la pérdida de enclaves como Mosul y Al-Raqa [las capitales de Daesh en Irak y Siria, respectivamente] o el fallecimiento de sus principales líderes como Al-Bagdadi", argumenta el analista Omar al-Dulimi en conversación con El Mundo.
En su opinión, el grupo terrorista está pasando por una creciente presión militar en Siria e Irak por organizaciones rivales como las fuerzas de seguridad iraquíes y las Fuerzas Democráticas Sirias, que le ha obligado a adoptar una postura defensiva y emplear su tiempo en reforzar sus trincheras en lugar de urdir ataques.
“A través de los discursos de sus dirigentes y sus publicaciones, Daesh está rebajando las expectativas de sus militantes y advirtiéndoles de que se avecinan tiempos difíciles", aduce Al-Dulimi.
A su juicio, "las derrotas en Irak, Siria y Libia han llevado a Daesh a acelerar su estrategia global en los últimos dos meses, poniendo especial énfasis en motivar a sus partidarios en el exterior para que cometan ataques".
La posible caída del llamado califato de Daesh en Irak y Siria preocupa al Occidente, en tanto que el jueves el director del Buró Federal de Investigaciones de EE.UU. (FBI, por sus siglas en inglés), James Comey, advirtió de que el fin del feudo de Daesh hará que se forme una “diáspora” de terroristas.
Por su parte, el diario estadounidense The Washington Post, citando a expertos y analistas del ámbito del terrorismo, advirtió el miércoles de que Daesh podría transformarse en una "red difusa en la sombra, con ramas y células en al menos tres continentes", y de que al mismo tiempo que está preparando a sus miembros para el final de su "califato", ha prometido a sus seguidores intensificar sus atentados.
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