Este viernes ha saltado a los medios internacionales la noticia de la sentencia a muerte de Munir al-Adam por un tribunal penal especializado de Riad, capital de Arabia Saudí, por "ataques a la policía" y otros delitos presuntamente cometidos durante las protestas en el este del país de finales de 2011. Las autoridades mantienen los cargos contra él sin haberle permitido en ningún momento recurrir a un abogado.
Al-Adam, de 23 años, es parcialmente ciego y ya estaba parcialmente sordo cuando fue arrestado. Según él mismo, ha quedado ahora completamente sordo de un oído tras ser golpeado severamente por la policía.
El espantoso caso de Munir Al-Adam ilustra cómo las autoridades saudíes están muy contentas de someter a las personas más vulnerables a la espada", dijo Maya Foa de la organización de derechos humanos Reprieve.
Su familia ha emitido una declaración de rechazo del veredicto en la que denuncia que Munir fue torturado para confesar antes de ser sentenciado por el tribunal.
El acusado sostiene que sólo firmó un documento en el que admitía los delitos de los que lo acusaban después de ser golpeado repetidamente.
El joven fue detenido en febrero de 2012 por participar en las protestas del año anterior (cuando tenía 18 años) en su ciudad natal de Al-Qatif, de mayoría chií, situada en la provincia oriental de Al-Sharqiya.
"El espantoso caso de Munir Al-Adam ilustra cómo las autoridades saudíes están muy contentas de someter a las personas más vulnerables a la espada", ha declarado Maya Foa, de la organización de derechos humanos Reprieve.
Arabia Saudí es uno de los verdugos más prolíficos del mundo. Una investigación realizada el año pasado por Reprieve reveló que alrededor del 72 por ciento de los condenados a muerte en el país lo eran por crímenes no violentos, siendo comunes la tortura y las confesiones forzadas. En julio, el número de decapitaciones llegó a 108, poniendo a Arabia Saudí en el camino de superar su total de ejecuciones de 2015.
A principios de este año, Arabia Saudí ejecutó al prominente sheij chií Nimr Baqer al-Nimr y a otras 46 personas, provocando una gran ola de protestas y condenas en toda la región de Oriente Medio, además de la condena de toda la comunidad internacional.
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