Los aborígenes australianos y sus partidarios llaman el 26 de enero, Día de Australia, como Día de la Invasión por ser un símbolo del colonialismo británico y el terrible impacto que tuvo en la población indígena.
Para ellos, esta fecha representa un día de luto en el cual se recuerda la historia violenta del país y el daño que causó en generaciones de aborígenes e isleños del Estrecho de Torres, cuando 11 barcos británicos entraron, en 1788, en lo que ahora se llama el puerto de Sídney y empezaron a colonizar esas tierras.
Este año, miles de manifestantes se reunieron en los jardines frente a la Casa del Parlamento en Canberra, recibidos por un gran contingente policial. Además, en otras ciudades importantes del país, como Melbourne, Sídney, Brisbane y Perth, decenas de miles de personas llenaron las calles en protesta.
Asimismo, cientos de aborígenes y sus simpatizantes participaron en una marcha silenciosa de duelo por el devastador impacto de la colonización, cuyas consecuencias incluyen el robo y destrucción de tierras y culturas; diezmado de poblaciones por enfermedades y masacres; destrucción de familias y parentesco; discriminación continua; y la exclusión económica, política y social.
El Día de Australia, que se estableció formalmente en 1994 como festivo, ha suscitado vivos debates en los últimos años. Sin embargo, muchos grupos se han movido para que se celebre en un día diferente que no esté ligado a la invasión colonial, pero el Gobierno conservador del primer ministro Scott Morrison, y los seguidores de derecha, defienden la celebración del 26 de enero.
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