Las milicias kurdas, con el apoyo logístico de Estados Unidos, se están retirando gradualmente de la ciudad de Ras Al-Ain, uno de los dos enclaves estratégicos en la frontera de Siria con Turquía, que fueron objeto de la ofensiva turca en las últimas semanas.
Según medios locales, más de medio centenar de vehículos han abandonado la ciudad, transportando tanto a soldados como a heridos y cadáveres. Turquía afirma que está vigilando la situación de cerca.
Turquía accedió a la propuesta de Washington de un alto el fuego de cinco días, que por cierto, expira el martes, para que las milicias abandonen las zonas fronterizas con Turquía a lo largo de 120 kilómetros de fronteras con Turquía, creando una zona segura de 30 kilómetros de profundidad dentro del territorio de Siria. Los kurdos, sin embargo, no creen que la guerra vaya a terminar tan fácilmente.
Turquía anunció su ofensiva contra los kurdos justamente cuando el Gobierno de Estados Unidos dijo que retiraría a sus tropas de Siria, dejando solos a sus aliados kurdos, que habían sido claves en la lucha contra el grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe) en los últimos años.
Los propios Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y muchas organizaciones internacionales condenaron la ofensiva, e incluso, en algunos casos, acusaron a Ankara de haber cometido crímenes de guerra en esta ofensiva, presionando al Gobierno turco para que aceptara el alto el fuego.
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