Aumenta la tensión entre Rusia y Occidente tras el reconocimiento de Rusia de la independencia para las regiones de Donetsk y Lugansk. La decisión ha recibido duras denuncias de EE.UU. y sus aliados europeos. Moscú, sin embargo, defiende la medida tomada.
La decisión de reconocer la independencia de Donetsk y Lugansk es “consecuencia directa de años de sabotaje por parte de Kiev de sus obligaciones aprobadas por la resolución 2202 del Consejo de Seguridad”, así señaló el representante permanente de Rusia ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Vasili Nebenzia.
El diplomático ruso lamentó en su discurso que Ucrania durante ocho años haya seguido bombardeando a sus propios ciudadanos.
Aseguró que Kiev no necesita a la gente de Donbás, sino solo su tierra. Algo asegurado por el propio presidente Zelenski, cuando les dijo que deberían irse a Rusia.
El enviado ruso advirtió que este conflicto “está lejos” de terminar mientras continúen los bombardeos y Occidente siga “azuzando, envalentonando y armando a Ucrania”.
Y mientras que los países de la OTAN siguen armando a Kiev, y envían diversos tipos de amenazas contra Moscú, el presidente ruso, Vladimir Putin, enfatiza que su país no cederá en sus exigencias de seguridad. Reitera que mantiene abierta la puerta de la diplomacia.
Desde hace semanas, el Occidente ha lanzado una campaña contra Rusia con acusaciones sobre una presunta invasión rusa a Ucrania. Sin embargo, Moscú ha dejado claro en varias ocasiones que no tiene intención de invadir a su vecino y considera estas tensiones como un intento de expansión de la OTAN.
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