En la primera fase del acuerdo del alto el fuego con HAMAS, Israel aceptó retirarse a una frontera que recorre el norte, el sur y el este de Gaza. La división estaba marcada por una línea amarilla en los mapas publicados por el ejército sionista y se conoce como la ‘Línea Amarilla’.
El perímetro entre esta línea y la zona limítrofe entre Gaza y los territorios ocupados permanece bajo control militar israelí y abarca algo más del 50 % de la Franja.
Sin embargo, nuevos videos e imágenes satelitales muestran que los marcadores colocados por las tropas israelíes en dos zonas para señalizar la división, se encuentran cientos de metros más hacia el interior de la Franja de lo que se esperaba, según la línea de retirada.
Aunque el régimen sionista afirma que la línea amarilla fue trazada con el objetivo de prevenir ataques de HAMAS, los informes sobre el terreno indican que este plan, al provocar el desplazamiento forzoso de decenas de miles de civiles y la destrucción de tierras agrícolas, ha agravado la crisis humanitaria en Gaza.

¿Habrá nueva frontera permanente?
Según un análisis del Centro de Estudios del Congreso de Estados Unidos, esta línea implica en la práctica el mantenimiento del control de seguridad por parte del régimen israelí incluso después de un acuerdo de alto el fuego, e Israel busca justificar su presencia permanente en Gaza mediante su conservación.
Esta medida refleja una nueva estrategia basada en la ‘gestión prolongada de la crisis’, y no en su resolución. Es decir, el régimen israelí busca, mediante la creación de una zona despoblada e inaccesible, no solo ampliar sus fronteras de seguridad hacia el interior de Gaza, sino también eliminar gradualmente la posibilidad del regreso masivo de los palestinos a las zonas del norte.
Según estadísticas de organismos internacionales, decenas de miles de residentes de las zonas del norte se han visto obligados a abandonar sus hogares, y las tierras agrícolas dentro del área de la línea amarilla han quedado prácticamente destruidas. Fuentes locales y mediáticas afirman que, en muchos casos, el ejército del régimen israelí, invocando razones de seguridad, ha impedido la entrada de convoyes humanitarios en esas zonas, lo que ha agravado aún más la crisis humanitaria.
Por todo, la línea amarilla del alto el fuego en Gaza, supuestamente temporal, está ganando presencia física a medida que la precaria tregua da muestras de debilidad, con consecuencias que podrían ser dramáticas para el futuro de Palestina.
En efecto, los soldados israelíes están instalando cada 200 metros bloques amarillos de hormigón que delimitan la zona bajo control israelí.
En la zona, las fuerzas sionistas han reforzado decenas de puestos militares y disparan contra cualquiera que se acerque a la línea, tanto si ha sido marcada con los bloques amarillos como si no.
De hecho, muchos gazatíes que cruzaron esta línea imaginaria en un intento de volver a sus hogares, según las autoridades sanitarias gazatíes, han muerto a manos del ejército de Israel.
Hay localidades enteras que aún son inaccesibles para la población gazatí por el riesgo a sufrir un ataque del ejército de Israel, como Beit Hanun (norte) o Rafah (sur).
Israel ha violado reiteradamente el alto el fuego, asesinando a palestinos en una serie de bombardeos. Una escalada que se ejecutó después de que el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, le ordenara al ejército retomar operaciones militares “potentes” de inmediato en el enclave.
Israel sigue limitando la entrada de ayuda humanitaria a Gaza
Mientras tanto, las operaciones humanitarias en Gaza siguen estando altamente limitadas por Israel a pesar del acuerdo de alto el fuego, debido a las continuas restricciones y a los daños en la infraestructura.
El portavoz de la ONU Farhan Haq ha informado que si bien los esfuerzos humanitarios se han ampliado en medio del cese de las bombas israelíes, su alcance sigue siendo muy restringido “por las restricciones en curso y otros obstáculos”.
De hecho, la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) indicó que los convoyes de ayuda han enfrentado repetidas órdenes de desvío por parte del régimen de Tel Aviv durante tres días consecutivos, obligándolos a transitar por el Corredor Filadelfia, en la frontera con Egipto, antes de avanzar por la estrecha carretera costera.
Israel impulsa política de ‘seguridad mediante la destrucción’
En realidad, el plan de la ‘línea amarilla’ es más una maniobra política destinada a consolidar una realidad sobre el terreno que una respuesta militar a las amenazas. El régimen israelí, aprovechando el vacío generado por la falta de coordinación en las posturas internacionales y la ausencia de una presión efectiva por parte de los organismos mundiales, busca formalizar su control indirecto sobre Gaza; un control que, junto con el mantenimiento del bloqueo y la obstrucción de la reconstrucción de las infraestructuras, conduce en última instancia a una separación permanente.
En otras palabras, la línea amarilla representa la continuidad de la política de ‘seguridad mediante la destrucción’: lograr seguridad para el régimen israelí destruyendo la capacidad de supervivencia y vida al otro lado de la frontera.
En el plano diplomático, este plan también ha generado serios desafíos. Países como Egipto y Catar, que actúan como mediadores, han advertido sobre este enfoque y sostienen que mantener una zona de amortiguamiento de seguridad equivale, en la práctica, a neutralizar cualquier posibilidad de un alto el fuego duradero.
