Cada año, a mediados de octubre, familiares de 38 ejecutados políticos en el puente de Villarrica se reúnen para recordar a los caídos y rescatar su memoria histórica.
Es una ceremonia cargada de simbolismo y de una intensa emoción; y despierta el recuerdo de quienes sufrieron, personalmente, esta época en Chile.
Desde el puente de la ciudad de Villarrica, los militares arrojaban los cadáveres de los prisioneros políticos.
Los organismos de derechos humanos destacan el rol histórico de actividades como ésta, que buscan evitar la repetición de semejantes aberraciones. La lucha contra la impunidad de estos criminales actos es otro motivo por el que se apela.
Las futuras generaciones de chilenos podrán valorar el importante legado que nace del ejemplo de quienes cayeron en pro de un país más justo.
Manuel Arismendi, Villarrica.
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