A tan solo un día del Eid Al-Adha, las calles en el mundo musulmán se llenan de vida. Las familias hacen compras, se preparan comidas especiales, y son días de espiritualidad, unión y generosidad.
Pero en Gaza el ambiente es completamente distinto. Aquí, no hay mercados llenos, ni familias preparando celebraciones. La guerra ha silenciado lo que solía ser una de las festividades más esperadas del año.
Las familias en Gaza no tienen cómo celebrar estas fechas. Las calles están vacías de mercancías, no entra ayuda humanitaria ni suministros desde hace más de dos meses y medio. En lugar de preparar el cordero para el sacrificio, buscan desesperadamente un poco de comida, agua o refugio seguro.
¿Qué Eid vamos a celebrar con todos los mártires que tenemos? Se pregunta uno de los palestinos, mientras describe el tenso panorama del enclave donde la vida está muerta.
En Gaza, este Eid Al-Adha no se celebra: se sobrevive. Las mezquitas están destruidas, las oraciones se dicen en silencio, entre ruinas. Para muchos, no hay nada que festejar: han perdido a sus seres queridos, sus hogares, su paz.
Lo que debería ser un día de esperanza se convierte en un recordatorio del sufrimiento y del aislamiento que viven bajo el conflicto.
Mientras en muchos países el Eid Al-Adha es sinónimo de unidad, generosidad y fe, aquí en Gaza la realidad es completamente diferente. No hay sacrificios, ni oraciones masivas… Solo el sonido del genocidio que comete el régimen israelí, la incertidumbre y el dolor constante.
Este año, para miles de familias palestinas, Eid no es una fiesta, sino otro día marcado por la supervivencia.
Huda Hegazi, Gaza.
day/rba